El artista recolector

Sus dibujos se venden en la galería más antigua del país. La serie de obras hechas con tapitas de gaseosas lo ha destacado en el escenario del arte contemporáneo. Desde el viernes, en Mar del Plata, exhibe su papa Francisco junto al Che Guevara. En 2015 s

El artista recolector
El artista recolector

Egar Murillo está cerrando un año más que auspicioso, si se piensa que está a un paso de proyectarse para las muestras paralelas que se desarrollarán en la Bienal de Venecia para el año entrante, que comenzará el 9 de mayo. Es que Murillo, este viernes, inauguró con una de sus obras expuestas en Mar del Plata, la 4° Bienal del Fin del Mundo.

El director artístico y curador italiano Massimo Scaringella fue quien lo escogió para ser parte de esta mega exhibición, que comenzó el viernes en Mar del Plata, en la que se profundiza en temas culturales, ambientales y ecológicos.

Esta edición, que se desarrolla en Argentina y en Chile, tuvo su apertura en la ciudad balnearia y durará hasta el 28 de febrero de 2015. La sección chilena tendrá su open en Valparaíso, el 31 de enero próximo. Completan las locaciones dos ciudades australes como pocas en el planeta: Punta Arenas y Ushuaia.

La IV Bienal del Fin del Mundo tiene obras de 140 artistas provenientes de 35 países, con organización de eventos y acciones colaterales de promoción cultural y turística. Y a Italia como país invitado de honor.

Al mismo tiempo, se rinde homenaje a León Ferrari, Eduardo Pla, Rogelio Polesello y Clorindo Testa, faros de la creación artística del continente. Las muestras en la costa tendrán lugar en sitios como Cultural Unzué, la Torre Tanque, la Plaza del Agua, Villa Mitre, la Casa del Puente (obra del arquitecto Amancio Williams) y el Centro Cultural Soriano.

La obra que expone Murillo en esta Bienal del Fin del Mundo es la prolongación de su exploración acaso más encuadrada dentro del clasicismo no tan convencional del arte contemporáneo, en la actual Argentina. Se trata de un díptico en el que aparece la figura del papa Francisco, junto a la de Ernesto “Che” Guevara.

-¿Por qué ambas figuras en apariencia duales?

- El díptico plantea en dos figuras relevantes una aparente contradicción. Son dos pensamientos que en las antípodas pretenden llegar al mismo lugar, aunque el fin es el mismo: una sociedad más justa e igualitaria a través de la lucha espiritual y política.

Él explica mejor parte de la motivación de este modus operandi, que lo ha convertido en una referencia aquí y en el resto del país. A punto tal que la galería más antigua de Argentina, Van Riel, es su representante nacional, mientras que el marchand Daniel Rueda cumple esas funciones en Mendoza.

“Me siento un artista que acumula encontrando cosas produciendo un paralelismo con los cartoneros; trabajando de esa manera para la subsistencia personal. Limpiando las calles de lo nocivo, reciclando si se quiere ecológicamente en una obra artística y esencialmente con una idea estética. Una sociedad sin conciencia de su hábitat y de la naturaleza puede conducirnos a un suicidio colectivo.

Mi trabajo es producto de las grietas del sistema. Nace ahí en la periferia. La basura que todo lo invade genera el hilo conductor de mi reflexión”, sostiene.

Antonio Berni es la referencia clave para entender este manifiesto y esta ética, con sus ahora clásicos y costosísimos collages. Murillo ha emprendido esta serie de obras utilizando las tapas de gaseosas, a modo de talismanes que se engarzan en un trabajo siempre contundente.

Agrega Murillo: “Las tapitas son utilizadas como puntos de color o píxeles, negando toda tecnología y humanizando así mi pensamiento a través de la vitalidad de lo manual. También trato de recuperar las utopías y el sentido heroico del género humano, con una intención artística y política”.

Luego intenta compartir su método creativo en esta fase de su carrera, sosteniendo que “la idea está basada en la utilización y reutilización de los desechos urbanos, en este caso usé tapas de botellas de gaseosas y otras.

La obra terminada ha sufrido un proceso para llegar a su conclusión y ese proceso anterior es también parte fundamental de la obra. El recorrido que realizo casi todos los días por la ciudad, posibilita la recolección de las tapitas encontradas que es documentado a través de la fotografía”.

Entre lo más interesante a futuro es que el curador italiano de esta Bienal, Massimo Scaringella, seleccionará a una decena de artistas para exhibirlos en muestras paralelas durante la Biena del Venecia 2015.

Scaringella es curador independiente de arte contemporáneo y  durante más de treinta años de actividad en Italia y en el extranjero ha presentado artistas de las nuevas generaciones y hoy muy apreciados en el panorama internacional.

Murillo tiene muchas chances de ser uno de los que puedan llevar su obra a Venecia. Es que el artista recolector (tal como él se define) fue invitado especialmente por el curador italiano para ser parte de este evento, con la relevancia que una de las finalidades es estrechar vínculos entre Argentina e Italia mediante el intercambio de artistas.

Afirma el artista: “Recoger implica un movimiento del cuerpo humano, que es el mismo al de sembrar. Este es como pensar en la disciplina amable y fructífera del trabajo. Y así siento el oficio de un obrero como el de un artista.

La recolección en mi trabajo es una idea (común a muchos artista) que sistematicé a partir del 2006 y fue producida entre otras cosas, por la profunda crisis económica que vivió en país luego del 2001”.

Y concluye: “En el contexto de la más huérfana precariedad material comencé a juntar y amontonar materiales (cartón, plástico, cajas de remedios, papeles arrancados de publicidad callejera y de Wall paper decorativos, bolsas plásticas y de papel, textos en Braille de ofertas de supermercados, tapitas plásticas de gaseosa, etc.), sobre los cuales dibuje, realice serigrafías y con los cuales también construí objetos”.

Del descarte al encastre, del encastre a la libertad, de la libertad a la creatividad. La ruta de Murillo, aquel artista obrero recolector de El Bermejo, en el Guaymallén profundo. Venecia merece conocerlo.

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