“Desde que nací traje incorporado el mundo de la costura conmigo, porque mis bisabuelos eran sastres en Europa. Vestían a la nobleza y a la alta sociedad. Mi abuela paterna era ucraniana y, mucho tiempo después, se vino para Argentina con mi nono. Más tarde nacimos nosotras, las cuatro hermanas. Desde que tengo uso de razón el oficio se mamó en casa hasta cuando jugábamos”.
De esta manera detalla Alicia Nachiornuk sus primeros pasos en el mundo de la sastrería y el trabajo de la costura manual que ya casi nadie practica. Ese mismo que más tarde desarrollaría, con ojo de diseño y para marcas reconocidas de nuestro país.
“Recuerdo que teníamos todos los elementos de trabajo que involucra la costura, y que desde chiquita me enseñaron a usarlos junto con mis hermanas. Aprender a hacer ojales era un placer que desde lo lúdico sabíamos manejar. Era muy fácil porque decididamente las habilidades se heredan”, rememora Alicia.
- ¿Cómo lograste hacer conocer tu trabajo?
- Cuando llegué a Buenos Aires en el ‘90 (antes viví en el campo) me especialicé en todo lo que me gustaba y me resultaba sencillo en el mundo del diseño, la confección y el trabajo artesanal del modisto. Cada vez fui profundizando más en este tema, aprendiendo y haciendo cursos.
No sé si por azar o por qué la vida te ubica en un lugar que tiene que ser y terminé conociendo a un profesor genial en el IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte). Hice cursos de especialización de arte, cine y televisión, y luego tomé clases particulares con él. Un genio.
Se trata de Eduardo Lerchundi, un vestuarista y profesor que ha realizado diseño de indumentaria y de maquillaje en cine, teatro y televisión; incluyendo espectáculos de teatro, ópera, ballet, comedias musicales, entre otros.
Sin dudas uno de los vestuaristas más importantes que tuvo el cine de oro argentino. Con él profundicé todo lo que era arte del vestuario orientado al teatro, cine y televisión; y sus diferencias más significativas.
- ¿Cuáles son?
- En teatro, además de regirnos por lo que los libretos determinan, se trabaja en diversos aspectos como: avejentar las prendas o confeccionarlas acorde a la época en que está situada la obra.
Además, cuando se trata de ropa para teatro, la cercanía o lejanía de los espectadores es indistinta a la hora de ver detalles. La ventaja es que cualquier defecto mínimo no se nota.
En cambio el cine necesita indefectiblemente de la perfección en cada detalle, ya que los primeros planos de cada toma dejan al descubierto todo. La tele es parecida al cine en este sentido.
Luego, trabajé en prendas para “Doña Flor y sus dos maridos” (en cine, la película que hizo famosa a Sonia Braga), otras para escenas teatrales de Pepito Cibrián, y con la hija de Arturo Puig; que también nos conocía y estaba a cargo del vestuario de las obras de teatro del padre.
Además también se sumó la confección para firmas como la de Micaela Tinelli y algunas para su guardarropas personal.
Hoy además trabajo para “El Camarín”, una firma que comenzó hace 8 años atrás y que nos convocó (en ese momento con mi hermana) para la colección. Fue maravilloso porque tuvimos que llevar a cabo la restauración de piezas antiguas. Ahí me di cuenta de cómo se trabajaba antes la ropa: como si se tratase de piezas de artesanía pura. Ahora no es así.
-Así pudiste trabajar para la primera dama...
-Sí, Juliana Awada, se vistió para la ceremonia por civil con un vestido de El Camarín. Yo fui quien restauré el traje que ella usó para esa ocasión. Las grandes personalidades, y las personas que saben lo que quieren, son muy seguras de sí mismas.
Elena Roger, por ejemplo, es una persona híper puntillosa en todas sus cosas; pero se maneja con respeto y cariño por lo que ve que estás haciendo. Es un placer.
- ¿Qué es lo más complejo de confeccionar?
- Cuando se trata de una prenda de alta costura las terminaciones a mano llevan tiempo, pero no son complejas, al igual que los bordados.
- ¿Considerás que antes el trabajo era más artesanal, y por ende mejor?
- Hace un par de meses atrás vino una chica que se dedicaba al diseño y que está viviendo en China. Me dijo a modo de consejo: “no dejen de hacer cosas especiales a mano, aunque sea complejo; porque el mundo está pidiendo tener prendas y piezas especiales, sino vamos a terminar vistiéndonos todos iguales.
La industria masiva hace a veces que se deje de lado lo artesanal, y eso es una pérdida irreemplazable”. Si bien son muchos los que estudian (diseño, indumentaria) no han tenido la posibilidad de hacer el entrenamiento para la realización de la prenda, esa parte es la que se pierde.
Sería bueno que la gente joven aprenda sobre bordados, tejidos, las diferentes técnicas de ellos, qué implica cocer a mano, o hacer por ejemplo un ojal.
-Esa es la clave...
-Con pequeños elementos se pueden hacer maravillas, pero se tiene que poder transmitir ese conocimiento; de lo contrario se va a ir perdiendo, como ha pasado con varias técnicas que antes se usaban.
Si bien la alta costura siempre se hizo a mano, las personas suelen creer que todo es alta costura porque de esa manera lo rotulan muchas marcas, diseñadores o locales, cuando en realidad no es así.
Lo que proponen son prendas realizadas industrialmente, y no trabajadas a mano, de manera artesanal y exclusiva.