La baja del dólar provoca tanto entusiasmo en Mauricio Macri y en sus laderos, como temores entre los economistas que advierten sobre el descalabro que podría generar un nuevo atraso cambiario en una economía que no logra superar la recesión.
La depreciación del billete verde constituye una herramienta clave para cambiar el humor de los electores, porque facilita los esfuerzos oficiales para reactivar el consumo y para revertir la carrera inflacionaria.
Y los términos de la contienda presidencial establecieron que ese objetivo debe cumplirse con mayor celeridad, antes de las elecciones Primarias del 11 de agosto.
Los planetas parecieron alinearse. Sin embargo, la baja desmedida del dólar supone un arma de doble filo: ayer, la divisa perforó la barrera de los $43 en el sector minorista, un nivel muy inferior a los $44,1 que auguraban los grandes operadores de la plaza consultados por el Central.
Esos pronósticos hablan de un dólar por encima de $50 en diciembre. La brecha, entre lo que vale hoy y se prevé valdrá a fin de año, alimenta las dudas de quienes cuestionan la estrategia oficial de domar al mercado para ganar las elecciones a costa de extremas tasas y deuda.