El arriero va

El realizador mendocino Néstor “Tato” Moreno trabaja en la posproducción de un documental que relata la vida de un gaucho en medio de la cordillera. El trabajo fue seleccionado por un foro de coproducción internacional y a fin de año espera ser presentado

El arriero va
El arriero va

Ya lo decía Atahualpa Yupanqui: "En las arenas bailan los remolinos / el sol juega en el brillo del pedregal / y prendido a la magia de los caminos / el arriero va... / el arriero va..." Ya lo canta Eliseo Parada, el protagonista de la historia que sigue: "Tengo esta ranchera que me nace un día / montado en mi mula en un largo andar / cuando con mi hermano íbamos arriando / un piño de chivas para veranear."  
Antes de ser "Arreo", el documental de Tato Moreno coqueteó con el título "Entre dos mundos", aunque siempre lo tuvo a Eliseo Parada como protagonista. ¿Por qué?

“Por la integridad de luchar por lo que quiere y por el orgullo que le produce su trabajo. Eliseo nunca va a dejar lo que ama y eso es para mí un gran motivador en una sociedad en la que perdemos cada vez más la capacidad de alcanzar lo que queremos. Eliseo es un gaucho que junto a su familia, su compañera increíble Juana, decide seguir con esa forma ancestral de labor en el campo. Eso lo sentí en él más que en cualquier otra persona que haya conocido”, dice del otro lado del teléfono, en un estudio de Miami, el realizador de la obra, Néstor “Tato” Moreno.

La historia tiene lugar en la localidad de Bardas Blancas, ubicada sobre un pequeño valle del Río Grande, 66 kilómetros al sur de la ciudad de Malargüe. La travesía de Eliseo, documentada por Moreno, marca el ciclo anual del puestero criancero: la parición en octubre y el posterior arreo de los chivos por la Cordillera de los Andes hasta encontrar los mejores pastos de altura para el engorde de los animales. En el puesto de veranada, cuatro meses de permanencia, y un retorno sobre el comienzo del otoño con las primeras nevadas.

Realizado por 24Pfilm, el documental se encuentra en etapa de posproducción, tiene una duración de 90 minutos y participó un equipo integrado por Tato, su esposa y productora Claudia Gaynor, su hija y sonidista Julia Moreno, Sergio Martínez en una de las cámaras, diseños de Alex Di Mella y edición de Ezequiel Sarudiansky junto al director, quien también cargó al hombro la fotografía, cámara y producción ejecutiva de su tercer documental luego de “La otra Vendimia” y “De idas y vueltas”.

“'Arreo' es la historia de uno de los últimos gauchos que quedan y quieren sostener su cultura, que por muchas razones va desapareciendo. El documental explica la decisión de vida de este hombre contada a través del arreo”, dice Tato sobre el eje del proyecto, seleccionado para el Pitching Foro de Coproducción 2014 (FLICC), que se realizará en noviembre en México y abre la esperanza de mejores posibilidades para la distribución y el acceso a nuevos mercados. Puesteros trashumantes del sur de Mendoza, la familia, la amenaza del progreso, la incertidumbre de las tradiciones y el esfuerzo de un hombre que viaja con quinientos animales, cuatro perros y una mula en medio de la polvareda forman parte del planteo visual y narrativo, al que suma su grandeza la naturaleza, en paisajes de dunas, montañas, ríos y estrellas, a fuerza de viento, sol y lluvia. Eliseo -el gaucho de bigote y sombrero- es quien toma la palabra y por momentos rasguea una guitarra: “(...) Si estoy lleno 'e tierra no me da vergüenza, yo hago mi trabajo con gran dignidad (...)”

Reflexiones acerca del campo en el documental de Tato Moreno, que sobresale, dice, entre otros elementos por la fotografía: "Quise explotar al máximo la luz natural y que la luminosidad tan particular de la Cordillera guiara el color del documental. La historia está contada de la manera más natural posible y mi expectativa es que el público sienta la experiencia de estar ahí más que ser un espectador externo que analiza la realidad de una persona. Fue increíble viajar por la montaña a caballo, esas noches, esos tiempos larguísimos de un sol durísimo. Desde lo humano intenté rendirle un homenaje a los gauchos que todavía y a pesar de todo hacen lo que sus ancestros hicieron".
Habrá que esperar hasta fin de año para disfrutar de "Arreo" en Mendoza, un sueño cumplido que desea compartir en primer lugar con Eliseo Parada y "toda su familia" (Juana, José, Facundo y Pancho) ahí donde echó luz para combatir el olvido y la indiferencia: en Malargüe.

La travesía de Tato

Néstor Moreno (54) nació en San Rafael, hijo de una madre comerciante y un padre policía que en tiempos de juventud fue proyectorista. Así es como el niño llegó muy pronto a las salas sureñas y devoró cuanta película dieron en el cine de su departamento. De la escuela agraria a la doble función y de ahí escala en la Ciudad de Mendoza cuando se trasladó con su familia en la adolescencia para continuar sus estudios en la Escuela Normal y finalizar la secundaria en un instituto de artes. Indagó en la flauta traversa, pasó por la carrera de agronomía e interrumpió en el camino para capacitarse en composición musical en Buenos Aires, donde conoció a Claudia Gaynor, su compañera de vida. En 1988 se fueron a Estados Unidos; él estudió producción de cine y televisión y aunque con el tiempo las oportunidades se multiplicaron, luego de 15 años en el país del norte regresaron a la Argentina.

Editor, productor, director, realizador de videoclips y mapping, “Tato” encuentra en el audiovisual su forma de comunicarse y en Mendoza su “centro”: “Es el lugar que amo. Uno se acostumbra a vivir en distintas culturas, pero es a donde siempre vuelvo. Mi lugar de vida es allá aunque viaje mucho”, dice a la distancia, donde realiza por estos días trabajos de modo free lance. Creador de la productora 24Pfilm, Néstor apostó en 2006 por la Asociación Mendocina de Cine y Artes Audiovisuales (AMCAA), con el fin de federalizar las producciones y generar una industria sustentable en la provincia para un cine responsable.

Sus influencias, asegura, son amplias y van desde Buñuel a Scorsese, de Woody Allen a Werner Herzog, y aunque no sabe de qué modo este seguimiento se vuelca en sus documentales, sostiene que en la fotografía la influencia es directa: Néstor Almendros a la cabeza. “Leí hace mucho un libro suyo que me influencia todo el tiempo; Almendros decía que no había que poner más luz de la que hacía falta y que había que usar lo que nos daba la naturaleza, entre otras cosas”, recuerda. Las historias que tienen que ver con lo humano son las que despiertan su interés: “En un mundo patas para arriba, en el sistema y el camino incorrectos, donde destruimos el planeta, está Eliseo y una familia de la cual la gente debería sentir orgullo; yo me siento orgulloso de haberlo conocido y de compartir esta experiencia que ojalá sirva para valorizar su historia”.

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