Es terrible perder algo como la mente, en particular si la mente en cuestión es la del presidente de Estados Unidos. No obstante, creo que necesito tomarme un descanso de ese tema. Así que vamos a hablar sobre algo totalmente distinto, y quizá irrelevante.
Recientemente, me han preguntado en varias entrevistas si el capitalismo ha llegado a un callejón sin salida, y necesita cambiarse por otra cosa. Nunca estoy seguro sobre lo que piensan los entrevistadores cuando hacen esa pregunta y sospecho que ellos tampoco. No creo que estén hablando sobre planificación centralizada, que todos consideran que está desacreditada. Tampoco he visto siquiera una propuesta inverosímil de un sistema descentralizado que no dependa de los incentivos de precios y el interés propio: por ejemplo, una economía de mercado con propiedad privada, que muchos considerarían capitalismo.
Así que tal vez esté siendo lerdo o falto de imaginación, pero parece ser que las únicas opciones siguen siendo los mercados o algún tipo de propiedad pública, tal vez con algo de descentralización del control, pero todavía más o menos aquello a lo que solíamos referirnos como socialismo. Todos piensan ya sea que el socialismo está desacreditado o les ponen esa etiqueta a cosas —como los programas de seguridad social— que no son a lo que solíamos referirnos cuando usábamos esa palabra.
No obstante, me he estado preguntando exactamente qué tan desacreditado está el socialismo en realidad. Es cierto, ahora nadie se imagina que lo que el mundo necesita es la segunda llegada del Gosplán, pero ¿acaso ya determinamos que los mercados son la mejor forma de hacerlo todo? ¿Deberíamos hacerlo todo a través del sector privado? No lo creo. De hecho, hay algunas áreas, como la educación, en las que es evidente que al sector público le va mejor en la mayoría de los casos, y otras, como los servicios médicos, en las que el argumento para recurrir a la empresa privada es muy débil.
Sumen esos dos sectores y son bastante grandes.
En otras palabras, aunque el comunismo fracasó, todavía hay un muy buen argumento a favor de una economía mixta y la propiedad/el control público podría ser un componente importante, si bien no mayoritario, de esa mezcla. Haciendo un cálculo muy general encuentro que dado lo que sabemos sobre el desempeño económico, es posible imaginar una economía bastante eficiente que sea dos tercios capitalista y un tercio propiedad pública; es decir, algo que podríamos denominar hasta cierto punto socialista.
Llegué a esa cantidad observando los datos del empleo. Lo que salta a la vista es que
incluso ahora, con toda la privatización, etc. que ha tenido lugar, el gobierno a varios niveles da empleo a aproximadamente el quince por ciento de la fuerza laboral: casi la mitad en el sector educativo, otra gran parte en los servicios médicos, y por último en una combinación de servicios públicos y administración.
Si revisamos las cifras del empleo en el sector privado, encontramos que otro quince por ciento de la mano de obra se emplea en la educación, la salud, y la asistencia social. Ahora, una gran parte de ese empleo se paga con dinero público, piénsenlo como los dólares de Medicare que se gastan en hospitales privados. Buena parte del resto corre por cuenta de aseguradoras privadas, que existen en su función actual solo gracias a enormes subsidios y regulación.
No hay razón para pensar que el sector privado hace esas cosas mejor que el público. Las aseguradoras privadas obviamente no proveen un servicio que no pueda proporcionar, tal vez más barato, un seguro de salud nacional. Los hospitales privados obviamente no son ni mejores ni más eficientes que los públicos. La educación privada es, de hecho, una zona de desastre.
Así que es posible imaginar una economía en la que la mayor parte de la educación, la salud y la asistencia social en general, que actualmente está en el sector privado, se vuelva pública, con la mayoría de la gente casi tan bien como está ahora.
Luego existen otras actividades privadas que bien podrían ser públicas. Los servicios públicos se regulan fuertemente y, en algunos casos, ya son propiedad pública. Los seguros médicos privados emplean directamente a cientos de miles de personas, con un propósito social dudoso, y estoy seguro de que se me están escapando otros más.
En general, otras áreas como el comercio minorista o la manufactura no parecen adecuadas para el sector público, pero hasta en esas industrias podemos ver algunos ejemplos. Elizabeth Warren está sugiriendo la fabricación pública de los medicamentos genéricos, que no es para nada una mala idea.
Si sumamos todo esto, como dije, es posible ver una economía que funciona bien con, digamos, una tercera parte de propiedad pública.
Ahora, esto no satisfaría a la gente que odia el capitalismo. De hecho, ni siquiera estaría a la altura del viejo lema sobre el gobierno que controla las “alturas dominantes” de la economía. Esto sería más como si el gobierno tuviera la caldera encendida en el sótano. Además, me parece que no hay ninguna posibilidad de que esto ocurra en mi vida laboral.
Pero pienso que vale la pena tratar de pensar un poco más allá de nuestro actual paradigma, que establece que todo aquello que podríamos llamar socialista ha sido un fracaso total. ¿Puede que el fracaso no haya sido tanto?