Está ya concluido para Mendoza el año deportivo. El momento pues es oportuno para echar una mirada panorámica sobre los acontecimientos, resultados y realizaciones que 1968 ha ofrecido. Por principio corresponde dejar señalado que el deporte en nuestra provincia marchó sobre semejantes sendas a las de años precedentes. Aunque es justo reconocer que se insinuaron felices perspectivas para el futuro. Esto, como consecuencia de planes oficiales que parecen querer asignar un ente - la Dirección Provincial de Turismo- cierta ejecutividad y una relativa responsabilidad en cuanto a la mucha, poca o ninguna protección que el Estado mendocino pueda dispensar a algunas actividades atléticas aficionadas.
Es de esperar que tales perspectivas se afirmen en 1969 en la medida que el deporte -el deporte bien entendido-, lo necesita y lo reclama. Y también que los funcionarios y los ámbitos oficiales se despojen decididamente de presunciones que aniquilan los buenos propósitos, al evocar hechos pasados que parecen frenar los apoyos y la mira que el deporte se merece desde el alto nivel.
Hubo hechos resonantes durante el ciclo. Por supuesto que la corona mundial conquistada por Nicolino Locche resultó el suceso más trascendente y que apaga en buena proporción lo que otros hombres gestaron o hicieron. Sin embargo, si la referencia la limita la tribuna a los hechos de los que ha sido testigo o que se desarrollaron en el exclusivo ámbito dela provincia, también el concepto surge para el estímulo y la satisfacción.
El fútbol, deparó nuevamente la posibilidad de que un equipo de Mendoza, estuviera en la máxima competencia profesional: el campeonato Nacional. Luego de San Martín en 1967, tocó a Independiente Rivadavia asumir el papel. Y en el nivel de seleccionados, el éxito final no acompañó a la divisa de la Liga Mendocina. El proceso depurativo previo y aun el decisivo del Campeonato Argentino, resignó a nuestro fútbol a un segundo lugar, aunque en condición de invicto. Y en lo que a lo propio se refiere, una corona para Godoy Cruz, luego de un torneo de cambiantes matices, con un saldo que aparentemente daría pie a una reestructuración de fórmulas para 1969, pero sin coincidencias de opinión.
Acaso el básquetbol haya dado la nota. Porque tras las frustraciones, tropiezos, idas y venidas, el baloncesto merced a la fe de unos pocos y el trabajo de no muchos más, ha recompuesto su andar. Y marcha. Claro que en esto del básquetbol, Mendoza no puede eludir la referencia a la actividad femenina. Aquí está el ente máximo nacional y desde aquí se lo llevó con dignidad, trabajo y renovación al último sudamericano. Y fue para la Argentina, como no ocurría en mucho tiempo, el tercer puesto, en Chile.
El automovilismo, tuvo en Mendoza sus expresiones, acaso a tono con los inciertos pasos que, día a día, semana a semana, fue dando esa actividad en el ámbito nacional. Lo real es que hubo ruido en el parque General San Martín, en la presunta despedida a un escenario que fue magnífico pero que ya no es seguro. Y con la reiterada consagración de algunos nombres principales: Eduardo Copello, esta vez como campeón de la mecánica argentina y como subcampeón en turismo carretera. Y Antonio Martorell, bregando casi con el éxito pleno, hace semanas apenas, en las rutas de Chile. Pero el suceso, que aguarda por supuesto amplitud y más trabajo todavía, lo produjo Mendoza en el sur, merced a la obra realizada por la Asociación Sanrafaelina de Volante, con los fundamentos de un autódromo de gran futuro. Y en tanto, otros se hacen en Mendoza: Rivadavia y San Martín trabajan con esmero a estas horas, pensando en 1969.
La actividad deportiva se hace fuerte también, aunque un poco a los ponchazos, en el interior de nuestra provincia. La llama deportiva crece. Y lo que hasta hace poco se limitaba al fútbol se proyecta ya hacia otras expresiones. Tunuyán, San Carlos, General Alvear, Lavalle, Malargüe, Tupungato, etc., etc., son cada vez más deportivos. Y de allí están surgiendo, capaces y valiosas, muchas figuras de relieve.
Como ejemplo, la tribuna no olvida a la capital del atletismo mendocino: Palmira. Está allí un ejemplar centro deportivo, con la derivación más anhelada: grandes valores. La sola mención de Gladys Ortega, atesora lo mucho que Palmira hizo y hará por el deporte mendocino, en 1969, sobre la base de lo que tan bien ha hecho en 1968.
Y así como el hockey sobre patines, mantuvo su prestigio con el subcampeonato argentino, lo propio hicieron otros deportes. La natación dio su gran paso en 1968 -acaso el más valioso en varios años, proyectando algunos de sus valores juveniles al nivel nacional. Y el pedal, deparando con Ernesto Contreras y el II Cruce de Los Andes, el suceso multitudinario con una victoria internacional de fuste excepcional.
Diciembre llegó con la buena nueva de un proyecto que otorga para el deportes, nada menos que 550 hectáreas en la zona de El Challao. Es la real promesa de un Centro Deportivo Provincial como el que propicia la ley provincial aún sujeta a la firma aprobatoria del presidente de la Nación. Así concluyó 1968.
Con la convicción de que el ciclo ha resultado bastante mejor que el de 1967 y mucho más todavía que el de 1966, la tribuna se queda aguardando, satisfecha, al deportivo 1969.