¿Qué nos ha deparado el año que se va? Echamos una mirada retrospectiva y situémonos en cada uno de los deportes. Comencemos por el fútbol. El nuestro. El campeonato oficial, en líneas generales no aportó avances en materia técnica; por lo contrario, hubo estancamiento. En cambio se notó algo importante. El campeón, Gimnasia y Esgrima, con mínimo gasto de dinero mantuvo un equipo homogéneo.
Recurrió a sus inferiores y a sus figuras anteriores con algunas compras baratas. Una buena dirección técnica, un buen entrenamiento y una excelente calidad, superaron con cierta holgura a varios equipos cuyos clubes habían gastado ingente sumas para su constitución.
En rigor de verdad, si estos elencos hubieran logrado la coordinación necesaria, tal vez habrían puesto en apuro al campeón, ya que contaron con buenas individualidades. Empero les faltó unidad, bloque y sus esfuerzos fueron divergentes.
En los demás deportes hubo ciertas inquietudes.
Voley. Un campeonato argentino que no llenó las arcas, pero conquistó un triunfo rotundo en el aspecto cultural, social y deportivo. Los visitantes quedaron gratamente impresionados por nuestra hospitalidad. A la larga, Mendoza se beneficiará turísticamente.
El atletismo, por ejemplo, se registró un inusitado movimiento y varias figuras ratificaron sus anteriores actuaciones. Sin embargo las marcas fueron casi en su totalidad en las categorías juveniles. Gladys Ortega, la gran figura, que trascendió las fronteras del país con un subcampeonato sudamericano.
En el ámbito nacional, la misma Ortega, Modón y María Sofía Módica; en varones, Leandro Espíndola y Jorge Hirschfeld, han ganado galardones importantes. Otro puntal, Elías. Cabe agregar el entusiasmo general y el gran trabajo de su presidente, señor César Henríquez, que con un pequeño grupo de colaboradores ha levantado al primer deporte en forma considerable. El titular fue designado en el torneo internacional recientemente realizado en Buenos Aires, árbitro general.
Rugby: lo mejor del año, el seleccionado mendocino que arribó a los cuartos de final del campeonato argentino. Siete de sus integrantes fueron seleccionados en el combinado del Interior. Chacón, Navesi y Fariello, los grandes valores. Lo ingrato: la inesperada postura de jugadores del Mendoza Rugby Club al no aceptar su designación para la formación del seleccionado mendocino.
Básquetbol: nuevas figuras, pero pocas; el timón, sobre el filo de la temporada pasó a Guillermo Cano; Talleres cedió posiciones. ¡Oh la vejez! Hay algunos chispazos en otros conjuntos.
En tenis no hubo mayores movimientos. Algunas visitas extranjeras atrajeron la atención. En los últimos meses del año se produjo una situación fea que hizo eclosión en San Juan, pero que evidentemente venía gestándose por imposturas de algunos jugadores. Ejemplares medidas de la Federación podrían erradicar esos males que perjudican a un deporte que como el tenis debe figurar en la cumbre de la caballerosidad.
En ajedrez la presencia de Panno y Najdorf elevó la promoción, y este año, por vez primera, la mujer tomó parte activa en el juego ciencia. La semilla sembrada por José Segal en el ámbito escolar parece que está dando frutos importantes. Se ha notado, además, un inusitado movimiento en las inferiores.
En golf, Antonio Benenati ratificó antecedentes y la calidad de la señorita Varoli quedó de manifiesto. Ernesto Briggs y Eduardo Aparicio, figuras en ascenso. Visita de golfistas del interior y Chile dieron jerarquía al Golf Club Andino, pero justo es decir que la cancha, por falta de agua de regadío, no satisface plenamente. Fuera de Mendoza los jugadores mendocinos se lucieron obteniendo galardones importantes correspondientes a los puestos de honor.
En natación quedó en evidencia una superación loable. El nadador Blanco bajó dos veces el minutos en 100 metros libres, siendo en damas la mejor figura Bibiana Aguilera. Hay un empuje formidable en el grupo de menores y se espera que en breve sean el mejor ángulo para el progreso de la natación mendocina.
El boxeo ratificó antecedentes con varios en la senda de Nicolino Locche y el automovilismo, como siempre, movilizó a cuantiosos aficionados. El tenis de mesa trabajó intensamente con su sacrificado presidente a la cabeza. Loas a don Emilio Palero Infante. Equitación, muy poco; polo (1%); billar: un campeonato argentino con el extraordinario (en todo) Berardi; motonáutica y remo, esporádicos; karting, atronó los barrios y su eco invadió los departamentos.
Ciclismo. Como siempre, ardua labor y escaso apoyo. Nuevos valores. El Cruce de los Andes, plagado de bemoles. Todas las firmas tienen "agotadas las partidas". Mientras, el Cóndor de América presenta las pupilas rojas de tanta espera.
El hockey sobre patines continúa con ritmo frenado y en pelota a paleta hay rebotes a granel, sin que surjan con nitidez, pelotaris de excepción. Muchos cinturones negros en yudo, y en karate, aportes.
El andinismo y el esquí cubrieron su cuota en las épocas propicias sin nada digno de destacar, salvo la conmemoración del aniversario del teniente 1° Francisco Ibáñez, abanderado de los montañeses. Exaltación para la gimnasia con su profesor Gustavo Neumann. En pesas, la figura Carrasco.
Otros deportes como el hándbol y el sóftbol se están abriendo paso. Bochas, preocupación. La mayoría de los deportes mencionados serán objeto de un análisis especial en números sucesivos. Por ahora sólo una pincelada.