Con relación al proyecto de ley del plan anticíclico que habilita al gobierno de Mendoza para crear un “Programa Plurianual de Estabilización” del mercado vitivinícola, cabe señalar:
No es la velocidad de la luz, ni la atracción de los cuerpos celestes, ni la ley de gravedad, ni la materia, ni la fuerza, ni los átomos, causa del equilibrio universal; son las leyes naturales las que permiten el equilibrio perdurable.
Tampoco son las promociones económicas, ni la industrialización, el valor agregado ni ciclos económicos que no existen, ni el precio del dólar, ni las corporaciones, ni los imperios extranjeros, causas del desarrollo o recesión económica. Las leyes del equilibrio universal tienen un principio básico: son justas; son correctas; son exactas; no favorecen la Tierra, Júpiter ni Urano; Vía Láctea, ni Andrómeda. También en materia económica el principio, la génesis del fenómeno es el difícil concepto de justicia.
No obstante que el fenómeno económico no es físico, también requiere el mismo principio básico de justicia: de justo, de exacto, de correcto, para permitir el mayor desarrollo posible. Las leyes económicas humanas, cuando son justas, exactas, correctas, no favorecen ni perjudican individualmente a los unos ni los otros; permiten la formación de precios verdaderos que originan equilibrio perdurable y su consecuencia: armonía social, estabilidad, actividad económica, progreso y desarrollo.
La Economía Política, Social, o simplemente Economía, es todo, es global; no es una parte o un sector; es toda la comunidad; comprende todas las actividades económicas. Si se beneficia una determinada actividad o sector, se perjudican las demás y por supuesto a la comunidad, porque la demanda no es infinita, no es elástica, que puede aumentar un sector sin disminuir el resto.
Si aumenta la demanda de un producto determinado, disminuyen otros, inevitablemente. Solamente se puede creer que toda medida económica que favorece cierto producto o actividad es conveniente, si se observa exclusivamente el sector o actividad beneficiado; para la economía política, para la comunidad, es perjudicial porque el todo es más que una parte; porque es injusta por cuanto es parcial y en consecuencia perjudica a todos los demás, que no logran el mismo beneficio.
Tal acción cambia las reglas de juego y deja sin efecto el principio básico de empresa, que involucra asumir el riesgo empresario. Desalienta las otras actividades que no son protegidas y por lo tanto, desalienta la diversidad de producción. Es decir, interfiere la actividad natural limitando el crecimiento global y el desarrollo económico.
En consecuencia, no es tal la denominada estabilización, sino, enriquecimiento sin causa justificada de unos mediante el traslado a otros de costos y riesgos. La actividad vitivinícola Argentina logró evitar sus crónicas y reiteradas crisis, desarrollarse y mejorar notablemente cuando el Estado le soltó la mano; cuando transfirió Giol (estatal) a la actividad privada y anuló el apoyo financiero del Banco de Mendoza (estatal). Con relación al plan estratégico del vino, que fue la gran apuesta de la industria y la política gestionada por la Corporación Vitivinícola Argentina, transita el último de sus 15 años y se encamina a un cierre sin pena ni gloria en 2020.
Dijo el presidente de Coviar: “Las crónicas turbulencias del país hacen inviable no solo el PEVI (Plan Estratégico Vitivinícola), sino cualquier tipo de programa estratégico”. Resulta que la planificación económica ya ha sido resuelta por la naturaleza y cuando no coinciden, fracasa la humana, en perjuicio de toda la colectividad. Ejemplos mundiales fueron la racionalización económica y concentración industrial, previa a la segunda guerra mundial, que se creyó la solución para adaptar la producción al consumo y evitar las crisis de salida y sobreproducción y en el siglo XXI la disminución de la tasa de interés para facilitar el acceso a la vivienda propia y luego el aumento para evitar la especulación, provocaron la crisis del 2008.
Un ejemplo argentino fue la llamada Ley de Convertibilidad, que fijó nada menos que el precio de la moneda que sirve para todas las transacciones, antes que la ley natural económica lo determine. En todos los citados casos la causa de la crisis fue humana, por no respetar el orden natural de los fenómenos económicos. En conclusión, las crisis no son cíclicas, no son naturales, provienen de errores humanos.