La ciudad de Mendoza y sus alrededores cuentan con calles magníficamente arboladas y con muchos jardines particulares, que constituyen un índice de la cultura de los habitantes y colaboran de manera efectiva en la protección de la salud humana.
Es conocida la admiración que los forestales implantados en el ambiente público provocan en los turistas que nos visitan. Po otra parte, urbanistas y patrimonialistas locales y de todo el mundo comentan que esa característica constituye un motivo de orgullo y satisfacción del morador de estas latitudes.
Sin embargo, así como se mantiene por años la crisis hídrica en la provincia y se advierte que deben extremarse los recaudos para cuidar el imprescindible elemento, expertos en arbolado observan que si no hay un cambio de dirección en las medidas de amparo de los árboles públicos, puede llegar el momento en que la deforestación afecte tanto el ambiente, que ya no será igual vivir en un territorio privilegiado como el que tenemos ahora, en medio de una zona árida.
Las especies vegetales más adecuadas y difundidas para el arbolado ciudadano son moreras, fresnos, paraísos, olmos, arces y plátanos. Al respecto de estos últimos, la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza ha estudiado las condiciones en que se encuentran estos ejemplares, un híbrido de la variedad occidental y oriental, de muy buenas características para el ambiente local, al ser resistentes a los vientos fuertes, como el Zonda. Se les atribuye la posibilidad de vivir hasta 400 años. Del plantel que cuenta la ciudad, unos 4.000 plátanos ya han alcanzado 100 años de existencia y podrán prolongar su servicio si son bien atendidos por las reparticiones competentes, y mejor aún si la población vela por ellos y no los agrede, como reiteradamente ha ocurrido, denuncia que ha partido de los diversos defensores que tiene esta riqueza natural, a través de las páginas de Los Andes. De los 45.000 a 48.000 árboles que tiene la ciudad, 15% son plátanos. Las protecciones que se solicitan son sencillas y se pueden extender al resto del patrimonio: agua suficiente, no aplicar podas mutilantes y no realizar cortes en sus raíces.
Lamentablemente, y de acuerdo a dos especialistas como los ingenieros agrónomos Salvador Micali y Dardo Roberto Mur, consultados por nuestro diario, el panorama de los plátanos en la ciudad no es muy alentador. Ambos aseguraron que muchos se han secado por falta de regadío y que, además, no han sido repuestos.
El sentido común indica que además de las disposiciones de protección existentes, más las medidas que puede desarrollar de ahora en más la comuna capitalina, el Estado provincial debe asumir una prudente pero enérgica política del arbolado público, enmarcada dentro de las acciones de la planificación del territorio. Hay que destapar acequias por donde no pasa líquido, reponer los ejemplares que faltan, curar los que están enfermos y retirar cualquier elemento que haga presión sobre la corteza de estos nobles ejemplares.
Sencillas acciones para salvar a los aliados de la vida y, en lo posible, desarrollar campañas de concientización responsables y severas para que la gente se sienta más convocada.
No debe olvidarse que venimos recogiendo los frutos de la labor tesonera de generaciones anteriores, que tuvieron la amplia visión de advertir la función estética y de salubridad que cumple el árbol para los habitantes, logrando transformar una región semidesértica en un oasis microclimático que permite disfrutar de una "ciudad verde".