El presidente iraní, Hasan Rohani, fue reelegido ayer con el 57% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y, poco después, comenzó a ser presionado por Estados Unidos, enemigo de Irán desde hace 40 años.
Su adversario, el conservador Ebrahim Raisi, obtuvo el 38% de los votos, según los resultados oficiales difundidos por el Ministerio de Interior.
Esta nueva victoria refleja que una mayoría de los iraníes aprueba la política aperturista de este líder de 68 años, empezando por el histórico acuerdo sobre el programa nuclear de Teherán, cerrado en julio de 2015 con seis grandes potencias, entre ellas, EEUU.
Desde Arabia Saudita, gran rival de Irán en Oriente Medio, el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, acusó de nuevo a Teherán de apoyar el “terrorismo” y criticó sus ensayos de misiles balísticos.
“Espero que Rohani ponga en marcha un proceso de desmantelamiento de la financiación de la red terrorista de Irán” y que “ponga fin a los ensayos de misiles balísticos”, declaró Tillerson, que acompañó al presidente, Donald Trump, a Riad.
El jefe de la diplomacia estadounidense agregó que los megacontratos de defensa firmados por su país y Arabia Saudita, anunciados durante esta visita, persiguen contrarrestar la “maligna influencia iraní” en la región.
Las advertencias de Washington se produjeron justo después de una declaración televisada de Rohani tras su reelección, en la que afirmó que “el pueblo iraní quiere vivir en paz y en amistad con el resto del mundo, pero no acepta la amenaza y la humillación”.