El análisis sensorial de los vinos

El Instituto Nacional de Vitivinicultura dio a conocer una resolución a través de la cual implementa un análisis sensorial para la calificación de los vinos. Una medida polémica para muchos, porque la propia industria es la que suele ejercer el control de

El análisis sensorial de los vinos

Días pasados, el Instituto Nacional de Vitivinicultura dio a conocer una resolución a través de la cual se fija la implementación de un análisis sensorial de los vinos, a los efectos de establecer si cuentan con la calidad suficiente como para ser puestos en el mercado.

La decisión generó polémicas en razón de que, para algunos, el organismo nacional excedió sus facultades, ya que no se trata de una medida eminentemente técnica sino "subjetiva", porque consideran que es el mercado quien fija los gustos y porque los vinos tienen su propio autocontrol, por parte de la industria.

No caben dudas de que a lo largo de los años, especialmente durante las últimas dos décadas, los gustos del consumidor han cambiado. En la Argentina tenían preponderancia aquellos vinos gruesos, de mucho cuerpo pero, con el correr del tiempo, las preferencias se dirigieron hacia caldos más fáciles de tomar, más agradables, más frutados, donde se conforma una conjunción entre el color, los aromas y el sabor para redondear un producto de calidad excelente.

Esos casos se dan, esencialmente, en los vinos de precio superior, pero las modificaciones también han alcanzado a los vinos de consumo "diario" como se denomina a los de la franja más ancha de la pirámide de consumidores. No debe olvidarse tampoco que el tetra constituye casi el 45% del consumo de vinos en el país.

Precisamente, en esos vinos considerados genéricos, el consumidor también se favoreció con el cambio. Al decir de los expertos, hubo épocas en que algunos industriales edulcoraban los vinos con el agregado de mosto, a los efectos de "cubrir" algunos defectos. Pero se dio el caso de que muchos consumidores prefirieron los vinos con un pequeño dulzor, por lo que el mosto ya no se agregaba para cubrir defectos sino por una necesidad del mercado. Fueron los industriales los que se adaptaron a las exigencias de los consumidores.

En el caso de la resolución, se indica que se establece un procedimiento para aquellos productos sin fraccionar que resulten, luego de ser degustados por los técnicos de laboratorio, observados por caracteres organolépticos alterados, agregando que algunos defectos, como gustos amargos, a plástico, con olores extraños, son desagradables para el consumidor y, por lo tanto, no deben llegar al mercado.

Dice entonces que los vinos que sean intervenidos serán enviados a destilación y que con la medida se orienta la elaboración de la próxima cosecha hacia productos de calidad. También destaca que aquellos vinos que obtengan una calificación de entre 58 y 69 puntos (en una tabla de 100), serán pasibles de tratamiento para su corrección, por única vez.

Las diferencias entre la decisión del INV y lo que considera gran parte de la industria no pasan por desacreditar la medida sino por la implementación. Sucede que la valoración sobre si un vino puede o no ser vendido en el mercado queda centrada en un grupo de degustadores cuyos gustos pueden o no coincidir con los del consumidor.

Agregan que los cinco grupos que concentran el 80% o más del mercado de vinos genéricos tienen sus propios estándares de calidad y requisitos para comprar los graneles por lo que, de hecho, existe un auto control. También destacan que se debe dar una oportunidad a las pequeñas bodegas para que rectifiquen aquellos caldos con algún inconveniente, a fin de hacerlos potables para el mercado.

Si nos atenemos al actual momento por el que atraviesa la industria, es factible que el organismo nacional haya intentado -no lo dice, por supuesto- contribuir a "sacar" parte del vino que está generando un sobrestock y que influye sobre los precios. De allí que no se pueda calificar abiertamente de negativa a la medida, pero sí advertir que puede resultar injusta para muchas pequeñas bodegas en un momento en que resulta muy difícil recuperarse.

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