La ciencia trabaja para darle respuesta a muchas cosas de la vida. Y, ¡vaya que lo hace! Pero, este dato en especial es asombroso: al parecer, la pasión que despierta el fútbol en los fanáticos puede pensarse como similar al amor de pareja. Según la ciencia está comprobado que el sentimiento entre estos dos polos comprende el mismo entusiasmo.
Quien lo afirma es una investigación europea que sostiene que este deporte -tan clásico en nuestro país- y el amor por otra persona "comprenden los mismos circuitos cerebrales". Así que, chicas, si sus novios las dejan un domingo por el clásico del fin de semana, sepan que no es que ya no las quieran; sino que las aprecian con la misma pasión.
Al parecer, esta investigación europea -de la Universidad de Coimbra, en Portugal- sostiene que "los sentimientos despertados, el mecanismo de expresión entre una persona enamorada y un apasionado por el fútbol simulan la misma naturaleza".
A partir de esto, ¿podemos decir que los fanáticos hinchas argentinos aman con la misma pasión a su equipo y que a su pareja? Interesante postura para entender el por qué de esta locura por el fútbol en nuestros hombres (claro que hay mujeres también fanáticas, pero convengamos en que son menos que los varones).
"A veces se presenta como un fanatismo atroz, donde algunos hombres se desesperan por ir a la cancha o sentarse cómodos a ver el partido por tv", analiza la socióloga Jaquelina González. Quien advierte que, socialmente, el "ver un partido de fútbol o prepararse para ir a la cancha, representan todo un ritual; el mismo que muchas veces se hace para conquistar y encantar a la pareja". Esta afirmación de la especialista nos hace pensar que el amor que siente una persona por otra y el amor por el fútbol son, en esencia, similares.
Tal como manifiesta la psicóloga Laura Giménez, "la alegría que genera un gol, una buena jugada o un resultado satisfactorio del equipo favorito, son emociones positivas que liberan dopamina (neurotransmisor causante del placer). Situación similar ocurre con el amor romántico". O sea: despiertan la misma actividad cerebral; lo que hace pensar en su similitud. Y, como el amor, la pasión por el fútbol también puede desencadenar "una conducta obsesiva y anular la capacidad de razonar en aquel que siente entusiasmo al extremo", señaló la profesional.
Lo cierto de esta investigación, y lo que comparten las profesionales consultadas, es que "los fanáticos del fútbol están en un estado de enamoramiento con su equipo. Lo sienten como una extensión de sí mismos, la pasión se transforma en amar con locura y, sobre todo, es un estado permanente no transitorio. Lo que sienten, lo sienten desde hace años y seguirá siendo igual, pierda o gane el club".
Esto explica muchas cosas. El amar por amar a alguien y el amor por el fútbol, demuestran que la pasión puede vivirse al extremo y generar el mismo placer. Cabe destacar que, "este sentimiento tiene mucho que ver con el factor social, el contexto donde se mueve cada quien. Un padre que hace a su hijo fanático de un club o, aquel que nació en un país, con un determinado sistema político y social, a aquel que nació en otro como el nuestro, donde el fútbol es sentido desde lo más profundo para los hinchas", señala González.
Mientras que la psicóloga destacó que esta teoría de similitud puede darse en el periodo de "enamoramiento" por el que pasa una pareja. Ese estado de idealización total hacia la otra persona, la excitación que caracteriza el inicio de la explosión entre dos personas; emociones similares que siente un hinca al estar ante los colores de su equipo.
Pero, "radicalmente, la diferencia entre ambas emociones está en que, cuando amamos a otro, es algo compartido. Una pareja, es eso: un par. Y el sentimiento se comparte. En el caso del fanatismo por este deporte, si bien el hincha comparte el sentimiento con otros miles, lo que lo apasiona o genera un estado de irracionalidad total, es "su" estado emocional, lo que genera en él esa pasión por el fútbol". O sea, lo que ocurre en su individualidad.
Quién puede olvidar aquella escena magnífica de la cinta argentina ganadora de un Oscar, "El secreto de sus ojos", cuando en un bar Sandoval (Guillermo Francella) le explica claramente a Benjamín Expósito (Ricardo Darín) por qué no dan con el asesino de Liliana Morales: "se me ocurrió pensar en todos los tipos, el tipo puede hacer cualquier cosa para ser distinto; pero hay una cosa que no puede cambiar: la pasión", dice el personaje.
Este simple pasaje de aquella película resume aquello en lo que Giménez y González coinciden, y que pone en jaque a la investigación europea: "el amor por el fútbol el hombre lo vive como algo eterno, nunca acaba por más que su equipo pierda", mientras que el amor de pareja "puede acabarse producto de diversos factores y más allá de la locura con la que se haya amado", señala la psicóloga. Quien agrega que "todo cambia cuando el proceso de enamoramiento comienza a desvanecerse, y si no se riega el amor entre las dos partes: la relación está condenada a desaparecer".
Lo cierto es que ambos sentimientos producen, a nivel físico y químico, sensaciones similares. La dopamina se libera generando gran placer: "una está destinada a permanecer (el fútbol) porque esta pasión forma parte de la identidad del sujeto, lo define", dice González.
Mientras que la otro (el enamoramiento o amor por otra persona) también genera la misma sensación, pero puede caducar "si no es acompañada con la empatía, el compañerismo el respeto y la sinceridad", cierra Giménez.