Dicen que a este bar llegaban los arrieros buscando un reparo en la copa y 'picadita' con los que los recibía don Ramón Rogelio Palacios cuando iban o venían de Chile.
Dicen que las bebidas se enfriaban con el agua del canal, que los asados se improvisaban al costado de una guitarra, que las 'picudas' reunían a todos frente al horno de barro y que los clientes eran más bien amigos.
Este sitio entrañable de La Consulta festeja este fin de semana sus 65 años de vida. Con el tiempo; supo aggiornarse para recibir turistas extranjeros, adoptó el rol de restaurante, de salón de fiestas y hasta de alojamiento.
Sin embargo, el bar Los Abuelos nunca perdió su esencia gauchesca y esa mística construida a base de copas, tonadas y mesas compartidas.
Décadas después es Bernardo Palacios el que sale a recibir ataviado de gaucho. En torno a una pequeña mesa, cubierta de fotos familiares y antiguas, don Serafín Flores, don Alfredo Panonte y don Omar Bailo despuntan anécdotas y vasos de ginebra, en una tarde lluviosa.
"Acá lo poco que hay se comparte", apunta el anfitrión mientras va afilando el cuchillo para compartir algo de jamón casero. Minutos después, se vendrán las tonadas y el grito cuyano de los clientes se mezclará con chistes y obligos y abrazos. "Sacale la vaina", le grita Diego Centeno, señalando que aún falta filo y los demás ríen. Este sancarlino hoy vive en Gualtallary, pero siempre se hace un rato para pasar por el bar Los Abuelos.
También, se suman a la juerga los clientes que vienen a comprar huevos o mercadería, pues adelante también funciona un almacén. Espuelas, arados, fotos y recuerdos familiares, viejos teléfonos al igual que radios y balanzas, diplomas, reconocimientos... todo se mezcla en el relato, que don Bernardo comparte sin reservas. “Esta bandera me la dio un alemán que se enamoró de nuestra música cuyana, cuando la llevábamos por el mundo”, agrega.
Un gran guitarrón de hierro recibe hoy a los visitantes en este viejo bar, ubicado en el barrio Lemos algo “retirado” del centro de La Consulta. “Lo instalamos esta semana por el cumpleaños. La idea es que se llene con las tapitas de botellas que la gente comparte aquí”, explica Exequiel, hijo de Bernardo.
Orígenes
Don Ramón Rogelio era, en realidad, peluquero (hay un sitio dedicado a su antiguo oficio en el salón con peines, brochas y navajas). Cuenta la leyenda familiar, que un 12 de octubre -hace 65 años- armó un fueguito para celebrar el día de los pueblos americanos con un “churrasco”.
Como antes habían pocas casas en la zona, empezaron a caer los vecinos y amigos con sus sillas y guitarras para sumarse al fogón y se armó la farra. “Fue cuando mi abuelo pensó en que si ponía un bar, podría vivir eso todos los días. Cerró la peluquería y abrió el negocio”, relata Bernardo.
Sólo en un departamento que ama las tradiciones, como San Carlos, se entiende que un bar barrial y de gauchos como éste se haya mantenido en el tiempo. Pese a ello, este sitio emblemático estaba destinado a desaparecer. Fue con la crisis del 2001, que la familia Palacios entendió que si quería seguir en el rubro debía subirse al incipiente despegue turístico que estaba viviendo el Valle de Uco.
Entonces, junto a productores y emprendedores turísticos y de la mano del profesional Marcelo Reynoso, armaron la propuesta 'Los caminos de Altamira', que llevó a San Carlos al mundo y fue premiada en distintas naciones.
La idea era hacerle experimentar al turista el amor por el campo y por las costumbres locales. Nada le costó a don Bernardo, amante de las danzas y la música cuyana. Empezó a transformar su casa y negocio en un sitio con historia. Siguió con el ritual de la parrilla, el fogón y las comidas caseras, pero ya en salones y patios que terminaban siempre convertidos en peñas multiculturales.
Todos reconocen la trayectoria de este bar en San Carlos. “Donde se come bien y se está entre amigos”, dice don Omar, un pampeano que se enamoró de San Carlos y nunca más se fue. Cae la noche y van llegando los “chicos de la salita roja, los más inquietos y maleducados”, dice don Bernando y todos celebran la humorada.
Comidas y festejos
No es condición excluyente saber bailar la cueca, pero de esa maneja se lo pasa mejor en las peñas de Los Abuelos. Entre semana, el sitio funciona más como bar y con comidas por pedido. Los fines de semana, cobra vida el restaurante.
Como buen y viejo canillita, Bernardo sabe contar y escuchar historias. Así todo en el sitio habla del pasado. Cada sitio en esta casa de barrio, devenida en lugar turístico, tiene una historia. El salón inicial, la parrilla y su barra -sobre la que cuelgan varios jamones- es el sitio dedicado a primer mozo: don Ramón Rogelio. El jardín dedicado a Nelly y la cocina, a Adela; las madres y abuelas.
“La Patria la construimos entre todos, la riqueza de nuestras tradiciones y costumbres es lo que tenemos que valorar", dice este gaucho cantor, que difunde nuestra cultura en un programa de la FM 106.3. Este sábado el festejo será a lo grande, con una peña nocturna “para toda la cuyanía”. Cantarán los locales y también está invitada Bárbara González.