Simeone lo hizo de nuevo. Con sus armas, con sus enojos, sus cábalas, sus mañas y con sus incuestionables méritos. Con un equipo hecho a imagen y semejanza. Con la convicción de que no es menos que nadie, pese a la diferencia de jerarquía de los planteles. Lo hizo de nuevo. Está en la final de la Liga de Campeones con su Atlético Madrid. Perdió 2-1 en Alemania contra el Bayern que dominó de principio a fin y mereció triunfar por más diferencia. Pero ganó el Cholo.
Duelo de estilos. Choque de ideas y de formas de llegar al mismo objetivo. Dos posturas antagónicas que se vieron potenciadas tras el 1-0 que logró el Aleti en la ida. En Alemania, se dio el trámite que todo el mundo del fútbol imaginaba.
Con el Bayern lanzado y el rival agazapado. Y desde la tenencia construyó su red de ataque el local. Lahm trepaba por derecha, Xabi Alonso se hacía eje del medio, Müller pivoteaba bien. Ribéry y Vidal se alternaban para generar supremacía numérica. Todo era del equipo de Pep, que después de varias llegadas que no alcanzaron a lastimar, el local tuvo la más clara. Boateng puso una pelota para Müller y el delantero no alcanzó a definir ante la salida de Oblak.
El gol estaba al caer. El Aleti, aturdido, no reaccionaba. El 1-0 llegó con un tiro libre de Xabi Alonso, que se desvió en Giménez y descolocó a Oblak. El Bayern tenía hecha la parte más dura de la tarea. Había quebrado la pared de Simeone y tenía la serie 1-1. Y encima aprovechó el envión de ese tanto para ponerse a tiro de la final.
En la siguiente pelota detenida, Giménez agarró a Lewandowski y el juez cobró bien el penal. Müller quedó a 12 pasos de dar vuelta la semis, pero el arquero se hizo gigante. La atajada fue un sacudón. El Colchonero se despertó a su manera: con Simeone enojado, peleando con un auxiliar de Guardiola y separado por Ribéry. Para el Bayern fue una frustración lógica.
En el ST, el local se mostraba jugado en ataque y la visita esperando. A los 9’ los dos delanteros del Aleti se conectaron por primera vez y sucedió lo inesperado. Hasta ese momento no le conocían la cara a Neuer. Pero armaron un golazo. Griezmann bajó y pivoteó rápido de espalda, Torres devolvió la pared y el francés corrió solito al gol.
Carrasco, que entró por Augusto Fernández, había mejorado al Aleti. Y el reloj jugaba su partido. El local no tenía los huecos del principio y la visita, con el 1-1, volvió a la cueva. Pero no le salía nada al Bayern. Hasta que llegó al gol más guapeando que jugando. Y para eso fue clave el temple de Vidal. El chileno se hizo líder. En el 2-1 saltó más que su marca y le bajó de cabeza la pelota a Lewendowski para ponerse otra vez arriba. Quedaban 15’ de suspenso.
Un gol llevaba al Bayern a la final y el equipo de Pep fue con todo. Oblak se hizo figura, tapando remates desde afuera y cortando todo los centros. El Aleti tuvo su segunda chance en 90’ y casi sentencia la serie. Torres aprovechó la salida de un lateral y corrió en diagonal al área con Martínez persiguiéndolo de atrás. El defensor barrió y le cometió falta al borde del áre y el árbitro cobró penal. El Niño le pegó suave y Neuer le adivinó el remate.
Un cierre fenomenal. El Bayern lo buscó hasta el último centro, que ya viajaba más con inercia que con sentido. El Aleti sacó las garras. Le pasó una pátina heroica a otro paso histórico en su camino. Siempre llevado de la mano del Cholo Simeone.