A mediados de octubre de 1895 cierta familia ubicada en la Calle Espejo de nuestra ciudad contrató a un peón para realizar trabajos en la huerta. Tengamos en cuenta que el centro de Mendoza tenía por entonces un marcado aspecto rural, sumamente distante a la actualidad.
En plena faena el trabajador descubrió un pequeño cadáver humano sepultado muy superficialmente. "Sorprendido por el fúnebre hallazgo –señaló Diario Los Andes días más tarde- (…) dio inmediata cuenta de él a la policía, la que desde luego tomó cartas en el asunto (…) Se ha podido averiguar que la criatura ha sido enterrada hará unos cuarenta y cinco días aproximadamente". La familia era muy influyente y el caso terminó siendo sepultado en condiciones más herméticas que el bebé.
Cuatro años más tarde la historia se repitió, pero esta vez en Godoy Cruz y con protagonistas más bien humildes. La vecindad vivía atenta a las vidas ajenas por lo que surgieron dudas sobre una joven que después de parir se mostraba sin su criatura.
Consecuentemente un grupo de mujeres denunció el hecho y los agentes de policía se hicieron presentes: "La sospecha no tardó en confirmarse con el hallazgo del cadáver de la criatura en cuestión –especificó Los Andes, aquél 6 de diciembre-, la cual fue encontrada en un gallinero y encerrada en un cajón". El resto de la historia se perdió en tribunales.
La vergüenza era tan grande para la familia "descubierta" que en algunas oportunidades este tipo de desgracias desencadenaron otras. Así fue como el 17 de septiembre de 1899, en el departamento de Las Heras, encontraron sin vida a Eleuterio Iriarte. Todo indicaba que el hombre de 51 años se había ahorcado bajo el parral del lugar que habitaba. Sus familiares declararon a este diario que Eleuterio se había mostrado "taciturno e intranquilo, desde días atrás y aquello se debía al hecho de haber estado su esposa María Funes y su hija María Cecilia detenidas en la cárcel, por el delito de infanticidio, cometido en un hijo que esta última".
Don Iriarte se hallaba en Lavalle al momento del parto y tras regresar a su hogar conoció los hechos por boca de sus otros hijos. Los vecinos lo escuchaban llorar sin consuelo. Preocupados por levantarle el ánimo le llevaron hasta serenata pero nadie salió a recibirlos y pocas horas más tarde Eleuterio estaba muerto.
Luego de días de tocar el tema bajo el título "El Ahorcado de las Heras", la autopsia confirmó un suicido. El temor al escarnio social, por traer al mundo a un niño bastardo, tiñó de muerte y tragedia a aquella familia.