El aguante de los esquimales

Los también conocidos como "Inuit", habitan las regiones nórdicas del planeta. Allí soportan, estoicos y campantes, temperaturas que no se dominan con un simple poncho.

El aguante de  los esquimales
El aguante de los esquimales

Así como el corrector ortográfico de Word salva el honor de los periodistas, las pieles de foca, de oso y de reno salvan la vida de los esquimales, esos hijos del señor que se pasan la existencia en el noreste de Siberia, Alaska, Canadá y Groenlandia, algunas de las regiones más frías del planeta.

Rincones gélidos, sólo comparables en materia de baja temperatura al pecho de tenista criollo jugando la Copa Davis, o el torneo solidario "Un Revés a dos Manos para los Chicos".

De costumbres nómadas y raza mongoloide (mensaje para las mentes podridas y las almas envilecidas de tanto ver programas de la siesta : la palabra mongoloide designa rasgos físicos propios de las comunidades del Asia central), los esquimales son uno de los pueblos más interesantes del mundo.

Será por los misterios que esconde su día a día, desarrollado en ambientes indómitos donde para subsistir hay que saber soportar los duros designios de la naturaleza. "Me suena, me suena", dice el lector dominguero, la suegra al lado, descomunal y feroz, preparando los ravioles.

Respecto a la tolerancia a lo brutal y a las artes de la supervivencia, los también llamados "Inuit" la tienen más que clara: si las aguas andan muy bravías o muy lejanas, abren un pequeño hoyo en el suelo de hielo y pescan ahí mismo (los de Cartoon Network no inventaron nada).

Ya en épocas menos agresivas, utilizan para cazar kayaks y canoas elaboradas con piel de foca, y arpones, cuchillos y lanzas fabricados a base de huesos de cetáceos y dientes de morsa. "¡Qué nos vienen con Pescado para Todos!", gritan los miembros de una tribu, a la vez que trozan una ballena azul de 90 toneladas.

También con restos de animales árticos y madera, los alrededor de 100 mil esquimales que habitan el norte del globo realizan tiendas temporales de caza, obras artísticas (esculturas, máscaras, grabados), trineos (aunque los picantes del barrio ya hace rato que manejan motos de nieve), y grandes tambores.

En cuanto a la música, vale decir que es casi exclusivamente vocal, centrándose en cantos de leyendas y nanas. "Duérmete niño, duérmete ya, que por más que afuera hagan 48° bajo cero, el cuco anda con piel de oso y te comerá", susurran las mujeres a sus pequeños, como para que vayan aprendiendo de vicisitudes climáticas.

Los famosos iglús

Aunque hoy la mayoría habita cómodas cabañas donde además de calefacción y cocina a gas tienen televisión satelital para ver Olimpo de Bahía Blanca-San Lorenzo, y así entrar en una crisis depresiva irreversible, algunos esquimales todavía utilizan de morada los famosos iglús.

Se trata de construcciones levantadas a partir de bloques de hielo ensamblados con nieve, y que permiten moldear la característica cúpula. Si bien suelen ser utilizados de forma temporal en la época de caza, hay iglús que sirven de techo permanente a grupos de hasta 25 individuos.

Aunque no tengan agradables balcones, flores ni macetas, como las casas de las villas que visita Víctor Hugo Morales, muchas de las típicas viviendas ostentan mobiliario y pieles de animales que ayudan a aislarse del frío (trabajo en el que también cumple funciones la nieve, mire usted).

Asimismo, los complejos más sofisticados presentan túneles que conectan distintos iglús y que permiten a sus ocupantes trasladarse de hogar en hogar evitando sufrir las tormentas de afuera, y sin siquiera llamar la atención del vecino. Las malas lenguas dicen que la idea nació de un viejo jefe, conocido como "El Pata de Lana Ártico".

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