El agua y el recurrente abuso en el estío

Los usuarios pueden hacer mucho si contribuyen con un uso racional y solidario del imprescindible elemento.

El agua y el recurrente abuso en el estío
El agua y el recurrente abuso en el estío

Estamos transitando la época "dura" del año en lo que concierne al aumento de la temperatura y el uso de agua potable, que debe ser racional y con sentido de responsabilidad.

En muchas zonas del Gran Mendoza la disponibilidad del líquido es aceptable pero existen otras donde la carencia es crítica y sostenida, haciendo penosa la vida en miles de hogares.

Sólo colaborando entre todos, siendo solidarios, se puede compensar lo que la naturaleza no nos brinda en abundancia. Para colmo de males, hemos ingresado en el octavo año de emergencia hídrica.

Cualquiera que recorra diferentes lugares de la capital y sus alrededores o de las ciudades departamentales, podrá hacer un registro de la irresponsabilidad imperante y el derroche del imprescindible elemento.

El malgasto es en general muy parejo en los departamentos y por eso la empresa administradora del recurso, Aguas Mendocinas, ha reforzado su prédica de concientización para bajar los niveles de derroche y lograr una utilización equilibrada del vital recurso.

Para que el sistema de distribución de agua potable se mantenga estable, es necesario que los usuarios realicen un uso mesurado y solidario del agua potable, las 24 horas de cada jornada, los 365 días del año.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda desde hace tiempo que para zonas con las características climáticas de la provincia, lo ideal es un consumo diario y por persona de 250 litros. Pero no faltan lugares, siempre en el estío, en los que se está gastando 600 litros por habitante. Un verdadero despropósito.

Entre las recomendaciones de la repartición para hacer un buen uso del agua potable se destacan métodos sencillos, de fácil aplicación, como no enlagunar el jardín para regar, ya que se derrochan más de 800 litros de agua potable de esa forma.

La forma de contrarrestar el exceso es el riego en forma de lluvia, dentro del horario permitido. Luego se escalonan lo que podríamos llamar ejercicios de buen vivir, a partir de que una canilla abierta durante una hora derrocha 1.000 litros de agua potable. Por eso se sugiere que la canilla esté en servicio lo menos posible mientras la persona se afeita, se lava los dientes o se higieniza.

Tomar una ducha de siete minutos sería lo aceptable, aunque parezca escaso el tiempo.

Y luego no lavar el automóvil con manguera o hidrolavadora, ya que esa operación "evapora" 750 litros de agua potable contra los 60 litros que se emplean con un balde.

La limpieza de veredas con manguera o hidrolavadora hace desaparecer 500 litros de líquido que se pierden en las acequias, mientras que el empleo del balde para ese menester baja ese despropósito a unos 40 litros.

Para contrarrestar el mal uso del agua se dispone de 69 inspectores (45 en el Gran Mendoza y 24 en el interior), que es un buen número, pero que de todos modos no alcanzan a cubrir los excesos varios.

No obstante lo cual, entre enero de 2010 y octubre del año en curso, se ha confeccionado un total de 26.320 multas, mientras que desde enero a octubre de 2017, las sanciones sumaron 4.391.

La participación del ciudadano, como se ve, es una parte muy importante del todo.

Si el conjunto de la sociedad aporta un sacrificio diario y sostenido de ahorro, la realidad promedio sería mucho más aliviada y habría más líquido para distribuir.

Pero no sólo desde el sector privado deben generarse conductas conscientes.

Asimismo se han detectado pérdidas o excesos que gravitan mucho en el panorama general en instalaciones de reparticiones estatales, inclusive de la propia Aysam, que deben ser investigadas y subsanadas de inmediato.

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