Luego del colapso de la Unión Soviética, la producción de granos aumentó y hay sectores que despegaron, como las granjas avícolas.
El agro soviético se derrumbó en 1991, cuando coincidió el colapso de la Unión Soviética con la desintegración del Estado ruso, creado por la dinastía de los Romanoff en 1610.
El resultado fue que la producción agrícola cayó más de 40% al finalizar la década del 90 y el plantel ganadero se hundió más de 50% en ese período.
A partir de 1998 comenzó un proceso de recuperación, con un aumento de más del 50% de la producción agrícola en 2013 respecto de los niveles iniciales.
Así, la producción de granos pasó de 63 millones de toneladas en 2000 a 86 millones de toneladas en 2014.
Lo fundamental fue que Rusia reapareció en el mercado mundial, y pasó de importar 3 millones de toneladas de granos en 1996 a vender en el exterior 24 millones de toneladas en 2014. Rusia proveía entonces de 7% del total de las exportaciones mundiales de granos y 12% de las ventas globales de trigo.
Fue una recuperación meramente cíclica y no estructural, con una declinación continuada de los insumos necesarios para la producción, a pesar del crecimiento del producto.
Por eso, la productividad de todos los factores tuvo un carácter prácticamente nulo en esos años. En términos reales, la productividad agrícola rusa creció en los primeros 10 años del siglo sólo 1,7% anual.
Toda la recuperación agrícola después de 2000 tuvo lugar en los distritos del sur, sobre el Mar Negro, con epicentro en la ciudad de Odessa.
Esta región de Rusia/Ucrania dispone de notorias ventajas comparativas para la producción agroalimentaria. Ante todo la extraordinaria calidad de sus famosas “Tierras Negras”, las planicies más fértiles del mundo (junto con la Pampa Húmeda de la Argentina, y en especial de la Región Centro).
Además, el clima oceánico brinda a las Tierras Negras temperaturas menores que las de la Cuenca del Volga, el otro gran centro de la producción agrícola rusa, con eje en Stalingrado.
Por último, los puertos sobre el Mar Negro, ante todo Sebastopol, otorgan a esta región un directo acceso al transporte marítimo y, por esa vía, a los grandes mercados mundiales, en especial los asiáticos (China), que están en expansión por el crecimiento económico y la transición dietaria de su población, que consume más proteínas cárnicas, con impacto en la demanda de granos.
De ahí que prácticamente la totalidad del incremento de la productividad del agro ruso después de 1998/2000 haya provenido exclusivamente de la Zona Sur, en tanto las otras regiones productivas, en primer lugar la Cuenca del Volga, muestran un saldo negativo.
La institución que prevalece en la producción agrícola de las Tierras Negras es el “agroholding”, que combina e integra la producción primaria con el procesamiento industrial y la distribución, que usualmente realiza a través de sus propias tiendas de expendio.
El resultado ha sido que los “agroholdings” han canalizado el extraordinario crecimiento de la producción avícola, con una expansión que pasó de 0,41 a 3,01 millones de toneladas entre 2000 y 2013.
Rusia ha vuelto al mercado mundial tras la desintegración de la Unión Soviética y el colapso del Estado ruso, y ahora ocupa un papel similar al que tenía antes de la Primera Guerra Mundial, cuando junto con la Argentina disputaban a Estados Unidos la primacía en el mercado mundial de granos.