La calificadora de riesgo S&P Global Ratings rebajó hoy su calificación de la deuda argentina a las categorías de default (corto plazo) y default selectivo (largo plazo).
Así, la Argentina entró por tercera vez en default en el siglo XXI.
Los anteriores fueron el de 2001 y el de 2014, aunque hasta 2016 hubo todo el tiempo al menos una parte de la deuda en cesación de pagos. El 23 de diciembre de 2001,
Adolfo Rodríguez Saá declaró el no pago de la deuda en el Congreso, aplaudido de pie por los legisladores, durante su breve presidencia posterior a la renuncia de Fernando De la Rúa y en medio de una de las mayores crisis que vivió la Argentina.
Ese default, por casi u$s 100.000 millones, es considerado como el más grande de la historia.
En 2014, tras dos canjes de deuda, hubo una nueva declaración de cesación de pagos cuando la Argentina no consiguió acordar con los holdouts, los denominados “fondos buitre” que tenían en su poder títulos defaulteados en 2001.
En realidad, desde 2001 hubo siempre una parte de la deuda que no se pagaba. El país recién normalizó la situación del 100 por ciento de su deuda en febrero de 20016 cuando el gobierno de Mauricio Macri acordó pagarles a los holdouts u$s 8500 millones: de los últimos 18 años, la Argentina sólo cumplió con el total de sus obligaciones crediticias durante dos años y medio.