Mientras el liderazgo político de la Unión Europea firmaba en bloque su adhesión al Acuerdo de París de la ONU sobre cambio climático, el Directorado General Europeo en tal materia advirtió que se avecinan múltiples situaciones de clima extremo en todo el globo.
La entidad, conocida como DG Clima, anticipó que ciudades y pueblos de Europa tendrán que adaptarse para encarar tormentas intensas y otros fenómenos extremos en los tiempos venideros. Sus portavoces destacaron que durante las últimas tres décadas, Europa ha sufrido un aumento del 60 por ciento en calamidades de índole climática, afectando seriamente a ciudades como Venecia, actualmente inundada casi al máximo.
Asimismo, comentaron que hace un siglo atrás en Venecia lo usual era un promedio de dos inundaciones anuales, pero que en 2014 hubo 125 episodios de esa índole, en tanto se verificaron sólo 35 durante 1983.
DG Clima señaló que así como las ciudades europeas son centros continentales de innovación y crecimiento, alojan al 75 por ciento de la población y utilizan el 80 por ciento de la energía producida. Un ejemplo de los costos recientes del impacto del clima extremo se verificó durante 2014 en el Reino Unido donde la crisis climática causó daños económicos estimados en 20 mil millones de euros.
Alessandra Gobbi, diseñadora de políticas preventivas de DG Clima, comentó que la vulnerabilidad urbana se debe al mal planeamiento de nuevas áreas habitadas, y señaló que 23 enclaves habitacionales de Francia con más de 100 mil habitantes se hallan en zonas inundables.
Numerosos expertos climáticos han manifestado su preocupación porque otros estudios científicos han constatado que por primera vez en la historia humana el bióxido de carbono atmosférico se ha medido persistentemente en 400 ppm (partes por millón). Esos gases de efecto invernadero han venido aumentando en la atmósfera a lo largo de la revolución industrial, incentivando la temperatura global y detonando eventos extremos que constata el Observatorio de Mauna Loa en Hawaii.
Mientras estos sucesos se debatían en ámbitos políticos y científicos, el huracán tropical Matthew arrasaba Haití, el oriente de Cuba, las Bahamas y partes de la península de Florida. Al mismo tiempo, la tormenta tropical Nicole comenzaba a consolidarse al sur de Bermuda, en tanto el tifón Chaba tomaba potencia récord castigando a Okinawa y causando víctimas fatales en Corea del Sur.
La Comisión Global sobre Economía y Clima, presidida por el ex presidente mexicano Felipe Calderón, difundió a su vez un estudio donde se enfatiza el nexo entre el clima, el abastecimiento de energía, el transporte público, el agua potable y la infraestructura sanitaria. El especialista Nicholas Stern, de la London School of Economics y copresidente de esta Comisión, destacó que los gobiernos y los inversores deberán aplicar nuevas políticas durante los dos o tres años venideros, que serán insuficientes sin refuerzos financieros billonarios. Por su parte, los ambientalistas se han posicionado críticamente asegurando que hace años estos peligros eran conocidos por las corporaciones petroleras líderes.
En Londres, el activista estadounidense, Bill McKibben, declaró que “es preciso que verifiquemos el poder de la industria de los combustibles fósiles: eso requerirá un inmenso trabajo, y si no lo logramos, podemos despedirnos del futuro. Los grandes consorcios del petróleo no demuestran interés en repensar sus operaciones, y perforan el planeta desconociendo el impacto ambiental de su expansión sin límites”, sostuvo McKibben.
Otros episodios extremos han alarmado a los ecologistas, en el plano de las erupciones volcánicas y los terremotos. En el oeste de México entró en erupción el volcán Colima, lo cual impulsó la evacuación de cientos de pobladores mientras una vasta nube de cenizas cubría la región.
Las autoridades establecieron una vasta área de exclusión como medida preventiva, frente a una montaña bautizada por los lugareños como Volcán de Fuego. En el norte de la frontera entre Paquistán e India se verificó también un temblor que dañó diversas viviendas y causó deslizamientos de tierra.
La comunidad científica reconoce la existencia de antiguos testimonios sobre el desorden climático, entre los que se destacan el libro “El final de la naturaleza”, publicado por McKibben en 1988, y traducido a más de 20 idiomas. El ecologista sostiene que “a pesar de lo sombrío de la situación, tenemos buenas noticias: sabemos qué hacer y sabemos que es preciso modificar la matriz energética”.
Uno de los puntos más controvertidos de la eco-militancia internacional es la recomendación de reducir los subsidios gubernamentales para nuevos emprendimientos de explotación petrolera. Otro factor controversial es el crecimiento de la población mundial, ya que se estima que hacia 2030 se sumarán a la humanidad más de mil millones de personas cuyo hábitat serán las ya atestadas grandes ciudades del globo. Sobre ello, el economista Stern ha dicho que “la economía mundial ha estado débil desde la crisis financiera de 2008 pese a los esfuerzos gubernamentales para impulsar el crecimiento y la infraestructura sostenible”.