En un evento reciente organizado por la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), denominado “Marcas de verdad”, se abordó el tema siempre preocupante de la difusión de noticias falsas a través de las redes sociales, un mecanismo de información que la gente adopta en forma vertiginosa. Participaron analistas de opinión pública, anunciantes, publicistas y representantes de medios de todo el país.
Del análisis e intercambio de opiniones de la problemática por la que se convocó al debate se llegó a la conclusión de que pese al adverso contexto, en el cual hay que sumar la insistencia de parte de la clase política en su prédica de desprestigio hacia los medios, la gente continúa confiando en la seriedad de los diarios para conocer los temas más trascendentes.
Por otra parte, las empresas en general consideran a estos medios como un vehículo que mantiene intacta su efectividad para el anuncio de productos y servicios.
La percepción favorable no sólo se registra en nuestro país; participantes que representaron a medios de otras regiones o que especialmente llegaron para la citada convocatoria ratificaron la buena imagen que en general sostiene a los diarios en el mundo y hasta relativizaron la impresión de muchos en lo referido a la supuesta negativa de los jóvenes a recurrir a este medio como fuente de información.
Adepa viene reconociendo a través de sus directivos y sucesivas conducciones que la industria periodística se encuentra atravesando el más fabuloso proceso de transformación que le haya tocado enfrentar como resultado de los avances en materia de comunicación en el mundo. El ritmo galopante de dichas innovaciones y adelantos obliga a los medios a una constante readecuación para evitar desfasajes en su relación con el público. Sin embargo, la realidad no plantea que se trate de una industria que pueda ser considerada caduca, ya que la inserción social de las versiones digitales derivan en niveles de audiencia tan importantes en cada caso que la sumatoria lleva al acumulado más grande de toda la historia del periodismo.
Este vuelco de las empresas periodísticas al mundo digital y la confrontación actual con las noticias falsas (fake news) que compiten mediante el uso de las redes, o de supuestos “medios” que surgen al amparo de las ventajas que da Internet, no sólo es un paso necesario que deben dar los responsables de los medios prestigiosos sino que tiene buena repercusión en general entre quienes más allá de la inmediatez que marcan los tiempos actuales exigen información cabal para enterarse de lo que pasa y tomar decisiones en sus ámbitos de acción.
Justamente, una investigación realizada entre usuarios de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, España, Alemania, Italia, México y Brasil que leen noticias hasta 5 veces por día determinó que esas personas apuestan a los medios que consideran confiables y tienden a no creer gran parte de la información que circula por las redes. Dicha revelación es muy importante si se tiene en cuenta que la mayor parte de la difusión de noticias hoy en día se realiza a través de los dispositivos móviles, de uso casi permanente por personas jóvenes y adultas. Y es en ese instrumental donde la distorsión informativa deliberada puede generar efectos no deseados.
Así como los sondeos de opinión demuestran que no todos los jóvenes le cierran la puerta a los diarios, tanto en su versión digital como en el tradicional formato de papel, es fundamental que la sociedad instruya debidamente a muchos menores que, influenciados por aquella desleal práctica de valerse de los adelantos tecnológicos para desinformar, creen virtualmente a ciegas en lo que las redes informan sin interesarse por la más mínimo cotejo de la información.