El aborto, en el amplio abanico de izquierda a derecha - Por Héctor Ghiretti

El aborto, en el amplio  abanico de izquierda a derecha - Por Héctor Ghiretti
El aborto, en el amplio abanico de izquierda a derecha - Por Héctor Ghiretti

Izquierda

Parece fuera de cuestión el encolumnamiento de la izquierda en favor de la despenalización del aborto.  Todo su arco ideológico, desde la socialdemocracia hasta el trotskismo, se halla unificado en torno a esta causa. Parece asimismo ocioso dar razones de esta militancia: el aborto se presenta como un recurso que empodera a las mujeres, eliminando obstáculos para su libre configuración individual.

Se trata, no obstante, de una unanimidad engañosa. La disidencia de Luis Contigiani, diputado socialista por Santa Fe, también puede reclamar para sí coherencia con su ideario de izquierda. No han sido pocos los hombres de izquierda que se han pronunciado contra el aborto.

En un artículo del Pravda de  junio de 1913, Lenin denunció las políticas neomalthusianas de control demográfico como una estrategia de debilitamiento del proletariado. Norberto Bobbio, unos de los más destacados pensadores de la izquierda democrática europea se preguntó una vez  por qué el campo político al que pertenecía se negaba a asumir la defensa de la vida en una cuestión fundamental como el aborto. La línea divisoria interna a la izquierda entre partidarios y opositores al aborto parece coincidir con sus variantes libertarias e igualitarias. Mientras que las primeras se identifican con la promoción irrestricta y absoluta del individuo, las segundas encuentran su identidad en la igualdad de derechos fundada en la diversidad de la comparecencia de lo humano, el reconocimiento en su variedad y también su radical alteridad, su dignidad y necesidad de protección y promoción (ver "La izquierda y el aborto. Dos perspectivas posibles", 2009).

Capitalismo

Más allá de los matices y las tradiciones ideológicas divergentes, la izquierda haría bien en revisar sus posiciones abortistas. Sobre todo si se las mira desde la lógica del capitalismo. En primer lugar traslada la dinámica cultural capitalista de las cosas a las personas. En una cultura mal llamada de consumo, porque en realidad es de usar y tirar, las personas son reducidas a medios para obtener fines individuales: si resultan ser externalidades negativas, son suprimidas (ver en  "Presupuestos culturales del aborto: tecnología, política, economía", 2008).

En segundo lugar, a diferencia de la era industrial o el imperialismo de los ss. XIX y XX, al capitalismo posindustrial no le interesa tener a disposición una masa de excluidos para presionar con ella a las clases trabajadoras. Al capitalismo "le sobra" gente, que puede convertirse en un peligro potencial con sus crecientes flujos migratorios y su capacidad para poner en riesgo zonas y actividades económicamente redituables. Hoy la estabilidad del sistema depende de un fuerte control demográfico sobre poblaciones de pobres y marginados.

En tercer lugar, el aborto expande notablemente el espectro de oportunidades para multinacionales cuyas actividades con razón se encuentran bajo sospecha: desde la tristemente célebre Planned Parenthood hasta las farmacéuticas.

Liberalismo

En el campo de la derecha, menos articulado ideológicamente, las divergencias son más claras. Quienes se pronuncian a favor del aborto son básicamente los liberales. No es casual que en un tiempo, cuando izquierda y derecha empezaban a configurarse como identidades políticas opuestas, la izquierda en su conjunto se identificara con el liberalismo. Después, con la radicalización de la izquierda en un sentido colectivista y/o anarquista, fue empujado hacia posiciones de derecha, al menos en parte.

Tampoco es casual que liberalismo de derecha e izquierda libertaria coincidan genéricamente en el aborto, en razón de su común concepción centrada en la afirmación del individuo como valor supremo. No obstante, tampoco existe unanimidad en el campo liberal, ni puede afirmarse una determinación ideológica liberal favorable al aborto: desde posiciones encontradas, coinciden en este punto destacados liberales argentinos, como Alberto Benegas Lynch (h) y Alejandro Bongiovanni. Si el principio liberal puede resumirse en el célebre "dejar hacer, dejar pasar" (laissez faire, laissez passer) hay liberales que entienden que la condición necesaria de esa libertad individual es "dejar ser". Ese ser, en su fase más vulnerable y desvalida, requiere cuidado y protección: si no, nunca "podrá hacer". Tampoco dejar que otros hagan. Estos liberales entienden el liberalismo no desde su propia y radical individualidad sino desde la alteridad, desde la individualidad de los otros: no de unos pocos, sino de todos. Por eso se oponen al aborto. ¿Cuál liberalismo encarna mejor el ideal de la libertad individual? Cuestión de fondo o mera convención.

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