Son más de 30 años en la profesión de abogado penalista, Oscar Mellado se ha constituido, sin duda, en el letrado de los animales maltratados. Hechos de ese tipo de casos que lindan entre lo jurídico-policial y lo meramente humano, lo han colocado como protagonista: sus últimos clientes mediáticos fueron dos perros fallecidos: “Fueguito” (él prefiere llamarlo Fénix), prendido fuego por el arquitecto Ricardo Manzo en Villa Nueva y “Tiger” el labrador experto en detección de drogas que murió de inanición por la presunta torpeza de dos efectivos policiales que lo olvidaron en el canil por casi dos días.
“Todos mis clientes son muertos desgraciadamente”, indica Mellado, quien reconoce que su amor por los perros “y por todos los animales en general” le viene de la infancia: “Vivía en Dorrego, un barrio de trabajadores ferroviarios donde cada familia tenía un perro. Yo no concibo la vida sin perros”.
Recuerda su primer caso a partir de un hecho espantoso: la muerte de una nena atacada por perros cimarrones en la zona de Barrancas, en 1997.
“Fue una verdadera desgracia lo que pasó pero la gente, después de eso, comenzó a matar a estos animales de manera indiscriminada. Al que defendí yo en el juicio fue a un indigente de la zona de Barrancas que, en teoría, era dueño de aquellos perros. Pero ahí se mezcla la ley con la pobreza y con el dolor de una familia”.
Mellado pertenece y asesora a Asoreva (Asociación Reencuentro por la Vida Animal) y sus actuaciones ad-honorem (“de hecho no sólo no cobro sino que pongo plata de mi bolsillo”) tienen que ver con los muchos casos de malos tratos hacia los animales. Su especialidad son los perros y los caballos que usan los carreteleros, “porque se trata de animales que están involucrados en las vidas cotidianas de las personas”. Aunque también Mellado opina sobre el polémico caso del zoo provincial (ver aparte).
La ley
Fue con una ley impulsada en el primer gobierno de Perón que en Argentina los animales dejaron de ser tratados como objetos para pasar a ser seres con sensibilidad.
“En el Gobierno peronista, con una legislación de avanzada para el continente, se promulgó la Ley 14.346 de malos tratos y actos de crueldad con los animales pero al día de hoy muchos fiscales siguen tratando a los animales como objetos. No es raro ver la carátula de un expediente que diga 'Fiscal contra Fulano por daño', y es entonces que digo que se los trata como cosas. Eso es un acto de crueldad como dice la ley, no un daño”.
“El ex juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, tiene un gran libro escrito llamado ‘La Pacha Mama y el humano’, que es un rastreo de cómo se ha ignorado a la naturaleza y a los animales en el pensamiento filosófico y jurídico. Parte de un paradigma diverso al del constitucionalismo liberal, que siempre privilegió al individuo como único sujeto de derechos y obligaciones”.
Caso paradigmático
Hacia 2001, Miguel Vargas (39) fue denunciado por vecinos ya que lo vieron cuando había atado a su perro a su auto y se movilizaba por el viejo autódromo Los Barrancos de Godoy Cruz. El perro murió en el arrastre y Vargas explicó que el animal era suyo. Había roto cosas en su casa y quería darle un escarmiento.
Dos años después, la Justicia lo condenó a la pena de asistir cinco horas por semana a Aseoreva para bañar animales durante tres meses. Mellado fue el abogado.
Peleas de canes
“En un paraje desértico y bajo un sol cándido de domingo, un efectivo acaricia a un perro pit bull que está atado con una soga en la parte trasera de una camioneta policial. El perro luce su hocico con mordidas provocadas por otro perro y se nota que le agrada que el policía le toque la cabeza. El animal no parece lo violento que se vuelve cuando es obligado a pelear con otros perros de su misma raza en una suerte de ring metálico con formato octogonal. Se lo ve inofensivo pero unos minutos antes había matado a mordiscones a un colega suyo”, así comenzaba la crónica de Los Andes del lunes 19 de setiembre de 2005.
“Un día antes la policía había irrumpido en una escuela abandonada de Panquehua donde mucha gente se reunía para llevar a cabo esa crueldad de la pelea de perros”.
Tres años más tarde, el Segundo Juzgado Correccional condenó a Miguel Díaz, Daniel Oviedo, Alexis Albornoz, Oscar Rodríguez y Alejandro Báez a once meses de prisión en suspenso y tratamiento psicológico por organizar esas peleas.
El debate fue abreviado por pedido del abogado hacia el tribunal, y fue por eso que los acusados se declararon culpables y consiguieron que la pena quedara en suspenso. “Yo estuve como querellante en ese debate”, recuerda Mellado. “Fue el primer caso en América Latina donde se condenó a gente por una pelea de perros”.
Quemado
El caso con más repercusión mediática tuvo lugar en octubre del año pasado cuando el arquitecto Ricardo Manzo roció con alcohol a un perro callejero comunitario de calle Azcuénaga de Guaymallén y después le tiró un fósforo.
El animal falleció a los días y todos recuerdan su imagen chamuscada con su hocico fuertemente rojo como la nariz de un payaso por la deshidratación que sufrió. Ni hablar de la cara del perro que condensaba todo el dolor.
“Ese caso fue increíble. Recuerdo que tenía otros trabajos y los dejé de lado para hacerme cargo. Al día de hoy no entiendo qué le pudo pasar por la cabeza a esa gente para atacar de ese modo a un cachorro de seis meses que, además, era inofensivo”.
El juicio por el caso de “Fueguito” tiene fecha para los próximos meses. Están imputados por el fiscal Tomás Guevara: el arquitecto Manzo y su esposa. De seguro y más allá de cómo salga el debate, lo pensarán dos veces antes de volver a quemar a un animal ya que sufrieron todo tipo de escraches por lo que hicieron y hasta debieron abandonar la casa donde vivían.
En el debate, del otro lado, del lado acusatorio, estará Mellado. Probablemente comience su alegato con la frase del filósofo alemán Arthur Schopenhauer: “Quien es cruel con los animales no puede ser buena persona”.
"El zoo es la ESMA de los animales"
Mellado tiene un dilema con el zoo local. En calidad de abogado de animales, está en contra de que siga pero, como letrado de ATE, no quiere que la gente que allí trabaja se quede sin su fuente laboral.
“Habría que buscar la manera de que los trabajadores del zoo no pierdan su trabajo pero tampoco podemos seguir con eso en Mendoza. Estamos miles de años atrasados. El zoo de acá es la ESMA de los animales”.
El letrado tiene un hábeas corpus listo por el tema del oso “Arturo” que, en breve, va a presentar con la idea de que el animal se vaya de una buena vez de ese sitio.
“Es más, también estoy en contra de los acuarios, los serpentarios y todo los que constituya una prisión para los animales”.