Por la falta de empleo, la informalidad laboral y el bajo nivel educativo, más de la mitad de los jóvenes de 18 a 24 años -cerca de 2,6 millones de personas, el 58% del total- está afectado por distintos grados de vulnerabilidad social.
Así lo afirma el reciente estudio "Una aproximación a la cuestión juvenil: los jóvenes argentinos y el empleo", publicado por el Ministerio de Economía.
Los autores del estudio (Francisco Ballester, Carla Domenicone, María Laura Lombaría y Mateo Piccolo) reconocen que “pese a que mejoraron las perspectivas de los jóvenes en el mercado de trabajo, el deterioro en su inserción laboral permanece”.
En 2012, los niveles de informalidad juvenil duplicaban a los del total poblacional: de los jóvenes que trabajaban, casi 3 de cada 5 lo hacían en empleos informales, mientras que a nivel general, esta cifra se reducía a 1,5 de cada 5. Además, en dichas actividades informales la remuneración suele ser menor que el salario mínimo, vital y móvil, y sin cobertura de la seguridad social.
En términos de ingresos, un joven gana 56% de lo que gana un adulto promedio y su trayectoria laboral combina etapas de desempleo, subempleo, inactividad, contratos temporales y/o autoempleo. Por otra parte, si bien la desocupación juvenil se redujo significativamente desde 2003 (44%), lo hizo en menor medida que el nivel general (54%), y en 2012 casi una quinta parte de los jóvenes que buscaban trabajo no lo conseguían.
Este fenómeno revela, a priori, que “en un contexto de recuperación económica general, la reincorporación de los jóvenes en el mercado de trabajo resulta menos potente que la de los adultos”.
Para los autores, la categoría “Ni-Ni” para designar a los jóvenes que no estudian ni trabajan no sería adecuada porque intenta “fijar la idea de una juventud desinteresada, desanimada, cuando no temible y ligada a actividades delictivas y vicios diversos”. En lugar de ese enfoque, proponen y desarrollan una caracterización más amplia y a la vez más singular que combina el nivel educativo con el vínculo laboral.
Así, destacan que de un total de 4,4 millones de jóvenes, 2,6 millones están en situación de vulnerabilidad social. Las cifras son las siguientes: Un cuarto (593.000 personas) se concentra en “alto riesgo”. “La mayoría de estos jóvenes no busca trabajo (inactivos), mientras que el resto (desocupados) se enfrenta a dificultades para conseguir un empleo por no tener completo el secundario”.
En esta categoría, “la mayoría son mujeres que viven en hogares con bajos ingresos y de bajo capital cultural en lo que, en algunos casos, se recibe algún ingreso en concepto de ayuda social”.
Riesgo medio-alto: son 1.200.000 jóvenes que trabajan en la informalidad sin haber concluido la secundaria o no están estudiando ni trabajando aunque buena parte busca activamente un empleo.
Riesgo medio: suman 788.000 y la mayoría terminó la secundaria, pero están más afectados por la informalidad que por la desocupación.
Entre las conclusiones del estudio, los autores destacan que "cualquiera sea el nivel educativo o de calificación laboral de los jóvenes más pobres, son ellos los que más chances tendrán de acceder a los empleos más precarios".
“El origen social probablemente actuará como la variable que determine el ingreso o del joven a un empleo de calidad. Las trayectorias laborales de los jóvenes se hallan limitadas por la demanda de empleo”.
Este diagnóstico se acentuó en los últimos meses por la recesión, las suspensiones, la caída de las horas trabajadas y de la ocupación laboral, que golpean con más intensidad a los más jóvenes y a los que están en la informalidad laboral.