Ejército sirio ingresó a bastión rebelde

Las tropas, apoyadas por el poderoso partido chiíta libanés Hezbollah, llegaron al centro de la estratégica ciudad de Quseir en el centro del país. Aseguran que a los habitantes se les permitió abandonar sus viviendas mientras que los rebeldes huían por e

Ejército sirio ingresó a bastión rebelde
Ejército sirio ingresó a bastión rebelde

El ejército sirio, apoyado por el poderoso partido chiita libanés Hezbolá, entró ayer en el centro de Quseir, bastión de los rebeldes en la provincia de Homs (centro), un día después de que el presidente Bashar Al Assad reafirmara que no piensa abandonar el poder.

Sin embargo, los activistas antirégimen minimizaron el avance del ejército, afirmando que los rebeldes oponían una feroz resistencia ante el asalto de las tropas regulares en esta ciudad de 25.000 habitantes.

"El ejército sirio controla la principal plaza de Quseir en el centro de la ciudad, así como los edificios cercanos, entre ellos el de la municipalidad, donde los soldados han colocado la bandera siria", declaró una fuente militar bajo condición de anonimato.

La televisión estatal difundió la entrevista de un soldado en Quseir que afirmó que "los hombres armados" huyeron hacia el norte, dirección en la que, aseguró, "seguiremos avanzando para poner fin a toda manifestación armada".

"Si el ejército logra tomar el control de Quseir, toda la provincia de Homs caerá" en manos del gobierno, afirmó Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una ONG con sede en Gran Bretaña que basa sus informaciones en una amplia red de militantes y fuentes médicas y militares.

Abdel Rahman añadió que teme que se produzca una "masacre" si el ejército toma la ciudad.

El soldado entrevistado por la televisión oficial aseguró que el ejército "dejó que los habitantes salieran por el frente noroeste de la ciudad", versión desmentida por los militantes antirégimen que denuncian un "asfixiante asedio impuesto por el régimen sirio y el Hezbolá libanés".

El asalto terrestre fue lanzado ayer tras una serie de ataques aéreos y tiros de mortero que dejaron al menos 52 muertos, entre ellos tres mujeres, según un nuevo balance del OSDH.

Desde hace varias semanas, el ejército apoyado por combatientes del Hezbolá y de milicianos prorégimen, intentan tomar Quseir, bastión rebelde del centro del país que resiste desde hace más de un año. El movimiento chiita libanés perdió cuatro hombres durante la noche del sábado al domingo, según una fuente cercana al Hezbolá.

Quseir es considerada como una ciudad estratégica ya que se encuentra entre la capital y la costa mediterránea, y además está ubicada cerca de la frontera libanesa.

El Consejo Nacional Sirio (CNS), principal integrante de la oposición, denunció los "intentos de invadir y borrar la ciudad y a sus habitantes del mapa" y advirtió en un comunicado "a los países que trabajan para encontrar una solución política [al conflicto] sirio que ignorar esta invasión [...] hará que pierda todo sentido cualquier conferencia y cualquier esfuerzo de paz".

El CNS también llamó a una reunión de urgencia de la Liga Árabe para "detener esta masacre".

La organización panárabe se reunirá el jueves para discutir sobre la conferencia impulsada por Rusia y Estados Unidos de la que los Emiratos Árabes Unidos desean que se desprenda una acción "seria para detener la máquina represiva de Damasco".

Para tratar de resolver este conflicto, la comunidad internacional intenta organizar en junio en Ginebra una conferencia de paz que congregue a las grandes potencias, los países árabes, la oposición y el régimen de Damasco.

Esta conferencia debe basarse en la declaración de Ginebra firmada por las grandes potencias en junio de 2012 y que prevé el final de la violencia y un gobierno de transición, aunque no hace referencia a la suerte de Assad, principal punto de discordia entre rusos y estadounidenses.

Moscú, gran aliado de Damasco a quien proporciona armas, aboga por el mantenimiento de Asad hasta la celebración de elecciones, mientras que Washington reclamó en varias ocasiones su partida, algo que la oposición considera una condición imprescindible para cualquier iniciativa de paz.

Sin embargo, en una entrevista a la prensa argentina, el presidente sirio, Bashar Al Asad, insistió en su negativa de dejar el poder antes del fin de su mandato en 2014 y dio a entender que sería candidato en 2014 a su propia sucesión.

"Renunciar sería huir", declaró Assad quien consideró que "quién debe irse y quién debe permanecer lo determinará el pueblo sirio en las elecciones presidenciales de 2014".

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