Sin embargo, lo fundamental en la reducción del consumo de energía resulta cuidar que no se necesite generar una mayor producción de la misma, es decir, debemos considerar una primera fase de ahorro al momento de la utilización de la energía que tenemos disponible.
¿En qué consiste esta primera fase de ahorro?. Antes de tener en cuenta el utilizar sistemas de iluminación LED en nuestros artefactos de iluminación o comprar electrodomésticos prestando atención a que sean de una clasificación energética A o B, debemos considerar que el mayor nivel de ahorro energético se dará si comenzamos a implementar un cambio de pensamiento en la forma en la que construimos nuestras viviendas y qué lugar le damos a la potencialidad de ahorro energético.
Resulta fundamental que al momento de construir tengamos en cuenta que existen mecanismos de aislación de frío y calor que podremos aplicar tanto sea en las paredes de nuestro hogar como en las cañerías externas de bajada que transportan, por ejemplo, el agua caliente en invierno para que la pérdida de calor sea mínima, no debamos subir la temperatura de nuestros termos y por lo tanto consumir más energía.
En cuanto a las paredes, podemos utilizar un mecanismo denominado “de doble pared” en el cual se construirá la losa normal de una vivienda y se sumará, en cada una de las paredes, una segunda pared a unos 5-7 cm de la primera, dejando un espacio que podrá o no recubrirse con un aislante (por ejemplo, telgopor o algún material similar). Esto permitirá que la casa cuente con una especie de “caja envolvente” que no dejará ingresar ni calor ni frio.
A su vez, otra alternativa interesante al momento de la construcción, y que sirve sin duda como complemento, es la utilización de ventanas con sistema DVH (doble vidrio hermético) dentro de la misma abertura lo que, al igual que la doble pared, servirá de contención y como mecanismo de frenado del ingreso de aire frio o caliente del exterior.
Por último, un aislamiento sumamente importante y que no es tan conocido en nuestro país es el que se utiliza en los techos de nuestras viviendas, a través de un material llamado thermofoil. El mismo consiste en un elemento plástico con cobertura de aluminio que se coloca entre la madera de construcción y la teja (es decir sobre la membrana) y permite no solamente servir de aislante térmico, sino que también actúa como hidrófugo, es decir, combate la humedad.
Si bien poner en práctica mecanismos de ahorro a largo plazo implican una inversión inicial mayor al momento de construir nuestra vivienda o realizar reformas, aplicando cualquiera de ellos o una combinación de varios y sumando (de ser posible) equipamientos alimentados con energías sustentables como termotanques solares o paneles fotovoltaicos, estaremos ayudando a disminuir exponencialmente el consumo de energía en nuestros hogares.