Pocas horas después de las elecciones del domingo pasado, el presidente Mauricio Macri y su sucesor, Alberto Fernández, mantuvieron una cordial reunión para iniciar la transición hacia el recambio del 10 de diciembre. El encuentro sirvió para que ambos hablaran sobre la deuda con el FMI, el impacto de la crisis económica en las reservas del Banco Central, la relación con otros países y, la necesidad de que la transición se realice con la menor conflictividad posible.
Hace una semana, en este mismo espacio, con motivo de la jornada electoral señalábamos que luego de la misma, los que participaban de la contienda en las urnas, debían hacer un esfuerzo para buscar consensos en el tiempo de transición para otorgarle credibilidad a la Argentina.
Además se pregonaba la necesidad de dejar de lado mezquindades totalmente negativas e imprudencias en un escenario de crisis económica y social como la que está afrontando toda América Latina.
Como indicáramos en nuestro artículo editorial de ayer, el alivio que muchos esperaban arrancó el mismo domingo a la noche, cuando el presidente Macri anunció que había llamado a Alberto Fernández para felicitarlo e invitarlo a una reunión el lunes.
La escena que generó dicho encuentro entre los dos políticos, que no es frecuente en la escena política de nuestro país, no sólo trasladó una sensación de calma a la población, a los sectores referenciales y la política en general, sino que tuvo pronta repercusión a nivel internacional.
El mensaje, sumamente amistoso y conciliador, hacia Alberto Fernández de la nueva titular del FMI fue una señal muy clara en ese sentido.
Otro aspecto a destacar es que ambos referentes hayan coincidido en nombrar un equipo de transición con representantes de los dos bandos para coordinar medidas en distintos ámbitos hasta la fecha del traspaso de poder.
De parte de Macri, un gesto de altura política y por parte de Fernández, una manera de tomar contacto con la debida antelación de la real situación administrativa de la Argentina.
La calma general que irradió la amable reunión en la Casa Rosada permitió, además, que las medidas adoptadas con urgencia por el Banco Central prácticamente en la madrugada del lunes poselectoral no causaran ningún tipo de sacudida desmedida en los mercados.
Probablemente, la sintonía transmitida por Macri y Fernández, como actuales líderes de los dos espacios políticos más importantes de la Argentina en estos momentos, haya decidido al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a enviar el afectuoso y conciliador mensaje hacia el presidente electo Fernández dado a conocer el viernes a la tarde por la Casa Blanca, augurándole una gestión exitosa y poniendo a disposición del gobierno argentino futuro toda la ayuda posible por parte de EEUU ante el FMI.
En el actual contexto, si este elemental pero tan importante gesto de juntar voluntades la noche misma de la elección sirviera como ejemplo y constituyese una constante en la política argentina, los resultados en cuanto a calidad institucional serían mucho más visibles.