Por: Fabián Galdi - (fgaldi@losandes.com.ar)
La conquista reciente de la #Copa Libertadores por parte de #River Plate confirma una tendencia claramente definida en el continente americano durante el último cuarto de siglo: los equipos de clubes argentinos dominan el cuadro general de ganadores en competencias oficiales internacionales con respecto a los de otros países, inclusive Brasil.
En el historial general, los representantes del fútbol argentino obtuvieron 67 copas contra 55 de los brasileños. La cifra podría estirarse a 68 si es que el "Millo" vence al Gamba Osaka japonés el próximo miércoles en la Suruga Bank.
Lo llamativo, también, es que tal rica cosecha de logros a nivel clubes sea absolutamente contraria a la sequía que se sufre a nivel de Selección. En efecto: el último título oficial del seleccionado argentino de mayores en la órbita FIFA fue en la Copa América 1993. Sólo las medallas doradas Atenas 2004 y Beijing 2008 se asocian con el éxito, pero en sendos casos remite a la esfera de los juegos olímpicos organizados por el COI.
Desde 1993, por ejemplo, los equipos de clubes argentinos ganaron 36 copas internacionales. Una cifra contundente para representar el alto nivel de competitividad en la elite internacional, sin dudas. En cambio, Argentina tuvo el mérito de un subcampeonato mundialista (Brasil 2014) y otros tres en la Copa América ediciones Perú 2004, Venezuela 2007 y la reciente Chile 2015.
Boca Juniors es el club más ganador desde el'93 en adelante con 12 títulos internacionales: Copa Intercontinental 2000 y 2003; Copa
Libertadores 2000, 2001, 2003 y 2007; Copa Sudamericana 2004 y 2005; Recopa Sudamericana 2005, 2006 y 2008; Copa de Oro Nicolás Leoz (1993).
River y Vélez Sársfield lo escoltan con 5 conquistas. Las del “Millonario” son las siguientes: Copa Libertadores 1996 y 2015, Supercopa Sudamericana 1997, Copa Sudamericana 2014 y Recopa Sudamericana 2015. Las del "Fortín": Copa Intercontinental 1994, Copa Libertadores 1994, Copa Interamericana 1996, Supercopa Sudamericana 1996 y Recopa Sudamericana 1997.
Independiente de Avellaneda continúa con 4, a saber: Copa Sudamericana 2010; Supercopa Sudamericana 1994, 1995 y Recopa Sudamericana 1995.
Con 3 títulos prosigue San Lorenzo (Copa Libertadores 2014, Copa Mercosur 2001, Copa Sudamericana 2002), con 2 están Lanús (Copa Sudamericana 2013 y Copa Conmebol 1996) y Arsenal de Sarandí (Copa Sudamericana 2007 y Suruga Bank 2008). En tanto, siempre desde 1993 en adelante, figuran Estudiantes de La Plata (Copa Libertadores 2009), Rosario Central (Copa Conmebol 1995) y Talleres de Córdoba (Copa Conmebol 1999).
¿Qué causa remite al por qué los clubes argentinos y la Selección se ubican en extremos tan distantes respecto de la concreción de éxitos de relieve?
No hay en ninguna potencia futbolística mundial un caso semejante, a excepción de Inglaterra. En España, por ejemplo, recién se consiguieron logros en la Eurocopa 2008 y el Mundial de Sudáfrica 2010, pero su seleccionado nacional nunca estuvo considerado dentro de los ocho mejores del planeta hasta la última década.
En relación a los ingleses, existe una relación simétrica con el caso argentino puesto que su Selección sólo ganó un título en el #Mundial 1966 y después apenas muestra sendos 3er. puesto en las Eurocopa 1968 y 1996. Sus clubes ganaron 25 copas internacionales desde la Copa del Mundo definida en Wembley y su equipo nacional no volvió a ser finalista en otra competencia de nivel premium.
En Europa, suelen repetir como un latiguillo que el futbolista argentino se caracteriza por dos cuestiones cuando llega al viejo continente: 1) Su ductilidad para una rápida adaptación al medio en el cual se desarrolla y que - en promedio - supera al jugador oriundo de cualquier otra nacionalidad en su rendimiento deportivo; 2) Su tendencia a fagocitarse entre sí - metafóricamente, por cierto - cuando de integrarse a un seleccionado nacional se refiere, más allá del cuidado de las formas y de las imágenes en tono protocolar. Un sello que identifica al estereotipo del, permítase el neologismo, homo futbolisticus nacido en nuestras tierras.
El hincha argentino es la síntesis de ambas miradas desde el ojo ajeno. Si #Lionel Messi jugase en nuestro país lo más probable es que sólo recibiría silbidos del archirrival tradicional del equipo cuya camiseta vistiera o de los simpatizantes del adversario ocasional durante los partidos.
En cambio, cuando se carga la responsabilidad de conducir a la Selección debe portar una mochila cargada de piedras hasta que el resultado del juego incline la balanza de la aprobación o del rechazo de acuerdo a si se gana o se pierde, respectivamente.
Por otro lado, ¿qué efecto produce el retorno al fútbol argentino de jugadores que regresan a sus clubes de origen para consolidarse como referentes? A modo de ejemplo, basta con citar los casos de Leandro Romagnoli a San Lorenzo en 2009, Fernando Cavenaghi en 2011 y luego en 2014 a River, Maxi Rodríguez a Newell's en 2012, Diego Milito a Racing en 2014 y la más cercana de Carlos Tevez a Boca Juniors en julio pasado.
En las cinco referencias anteriores, la empatía entre el hincha, el jugador y el resto del plantel que lo recibe se condensa en un hecho positivo que sirve para reforzar la identidad. Además, los resultados deportivos fueron exitosos: con Romagnoli, el “Ciclón” ganó la Promoción 2012, el Inicial 2013 y la Libertadores 2014; con Maxi Rodríguez, la “Lepra” se quedó con el Final 2013; con Cavenaghi, el “Millo” regresó a Primera en el primer mini ciclo y tras la reinserción definitiva obtuvo la Sudamericana 2014 y la Libertadores 2015; con Milito, la “Academia” cerró 2014 habiendo ganado el torneo de Transición. Falta saber qué sucederá con el “Apache” a lo largo del actual torneo de 30 equipos.
Desde que bajo la conducción de Alfio Basile se ganara la Copa América 1993 y que el DT dejara su cargo tras el Mundial 1994, ocho entrenadores pasaron por la Selección: Daniel Passarella (1994-1998), Marcelo Bielsa (1998-2004), José Pekerman (2004-2006), otra vez Alfio Basile (2006-2008), Diego Maradona (2008-2010), Sergio Batista (2010-2011), Alejandro Sabella (2011-2014) y Gerardo Martino (2014 en adelante).
Ninguno de estos renombrados y experimentados técnicos pudo torcer un destino que sigue siendo esquivo y darle forma definitiva a un modelo de Selección que logre aprovechar la jerarquía de sus componentes con las respuestas justas en los momentos decisivos.