La elección presidencial argentina parece predefinida por las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), realizadas el 11 de agosto. Alberto Fernández, candidato del Frente por Todos,- que tiene como principal fuerza al Partido Justicialista (PJ) o peronista-, lleva como candidata a la Vicepresidencia a la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Ella ejerció la Presidencia por dos períodos sucesivos de cuatro años, entre 2007 y 2015. En la última asamblea de la UN a la que asistió cuatro años atrás, se reunió con sólo dos presidentes del mundo: los de China y Venezuela.
Su retorno al poder, -es la dueña de los votos del candidato ganador-, implica que vuelve una ex Presidenta identificada con el populismo. La fórmula Fernández-Fernández, obtuvo el 49% de los votos en las primarias obligatorias, sobre el 33% de Macri. Cabe recordar que en el sistema electoral argentino, si el primero llega al 45%, gana en primera vuelta cualquiera sea la diferencia sobre el segundo.
Macri en octubre de 2015, inició el giro hacia el centro-derecha en la región, que luego siguieron Brasil, Chile y Ecuador, siendo electos presidentes de centro-derecha en países que ya gobernaba esta corriente político-ideológica, como Colombia y Paraguay. Ya en su campaña electoral de hace cuatro años, asumió una posición muy critica contra el régimen de Maduro y durante el año en curso, fue uno de los líderes de la región, que tuvo posturas más duras contra su gobierno, encabezando el reconocimiento a Guaidó como Presidente Delegado.
EEUU apoyó rápidamente a Macri, tras su triunfo en octubre de 2015. Primero lo hizo Obama y luego Trump, quien ante la crisis financiera que vivió Argentina desde mayo de 2018, dio un fuerte respaldo a través del FMI.
Macri asumió el 10 de diciembre de 2015 y a fines de marzo del año siguiente, a los cuatro meses de asumir, visitó Buenos Aires el Presidente Barak Obama, en un viaje que no fue regional sino sólo a Argentina, dando una muestra de respaldo singular.
Esta situación se mantuvo cuando a comienzos de 2018, asumió Donald Trump. Conocía personalmente al Presidente argentino por haber hecho negocios con su padre en los años ochenta. La relación política se articuló rápidamente. Para Washington, Argentina, su Presidente, su política económica y su política exterior, eran el modelo a seguir en la región, como en la última década del siglo XX lo era Chile.
Esta relación se reforzaba a medida que los países de la región iban girando hacia el centro-derecha. Pero Argentina comenzó a sufrir una grave crisis financiera a partir de abril de 2018. En apoyo de Macri, Trump gestionó un crédito excepcional de 57.000 millones de dólares del FMI para sostener financieramente a la Argentina. Como la crisis no cedía, se adelantaron desembolsos y luego se permitió que el dinero fuera empleado para intentar contener el precio del dólar.
Pero Macri no logró estabilizar la economía y al momento de las primarias, el país tenía más inflación, más pobreza, desempleo y deuda, que cuando había llegado al poder. La combinación de fracaso económico, con unidad electoral de la oposición que gestó la ex Presidenta Cristina Kirchner, llevaron a la derrota de Macri en las primarias del 11 de agosto.
Entre junio de 2018 y junio de 2019, Trump media docena de veces dijo públicamente “hay que impedir el triunfo del kirchnerismo en Argentina, porque ello implica el retorno del populismo a la región”. Esta fue la razón del excepcional apoyo financiero que gestionó Trump para Argentina de 57.000 millones de dólares. El 60% de lo que tiene prestado el FMI en el mundo está destinado a Argentina, sigue Egipto con el 13%. Tras las primarias, el peso se devaluó frente al dólar, la inflación subió y el riesgo país superó los 2000, puntos, tres veces más que países como Turquía y Ecuador.
Desde las primarias, la Administración se ha llamado a silencio respecto a Argentina. Sólo en dos oportunidades, un vocero del Departamento de Estado se limitó a decir que EEUU trabajaría con el gobierno que sea electo en el país.
Los primeros pasos de la fórmula ganadora en las primarias, confirmaron el cambio de orientación ideológica que tiene Argentina, ganando la fórmula Fernández-Fernández como es muy probable. La hija de Cristina Kirchner está en Cuba, siendo atendida por problemas de salud, visitándola su madre todos los meses, reuniéndose con autoridades cubanas. Alberto Fernández, tras ganar volvió a reclamar la libertad de Lula -a quien había visado en prisión-, viajó a Europa reuniéndose con los jefes de gobierno socialistas de España (Sánchez) y Portugal (Costa). Criticó la subordinación de Argentina a los EEUU y ahora viaja a México, país que toma como referencia en política exterior. Se negó a decir que Venezuela es una dictadura, argumentando que era sólo un autoritarismo.
La probable llegada al poder del kirchnerismo en Argentina, es un hecho que tendrá efectos en la región. Celebraron el resultado, los líderes populistas de ella: Lula y Dilma en Brasil, Mujica en Uruguay, Evo en Bolivia, Correa en Ecuador, Díaz Canel y Castro en Cuba y Ortega en Nicaragua.
La Argentina tiene la primera vuelta de la elección presidencial el 27 de octubre. El mismo día, es la primera vuelta en Uruguay. Está primero el candidato de centro-izquierda del Frente Amplio, pero un de centro-derecha del Partido Blanco que está segundo, podría ganarle en la primera vuelta. Una semana antes, el 20 de octubre, se realiza la primera vuelta en Bolivia y Evo Morales avanzaría hacia un cuarto mandato consecutivo. Si en octubre, tres candidatos populistas ganaran la Presidencia, la idea de que esta orientación se está fortaleciendo en la región, cobraría cuerpo.
Al mismo tiempo, esta situación reforzaría la alianza entre Trump y Bolsonaro que se ha ido gestando en los últimos meses. Con el kirchnerismo gobernando Argentina, el gobierno de Brasil será más necesario para EEUU en orden de mantener la estabilidad regional y evitar que China y Rusia ganen influencia, como ha tenido lugar en Venezuela.
El apoyo de EEUU ha sido clave para que Macri pudiera evitar una escalada de crisis económica que hubiera puesto en riesgo la gobernabilidad. Ahora para Fernández, la cooperación de dicha potencia, es clave para que logre estabilizar una economía en crisis