Ryan Brown creció practicando deportes y tocando el violoncello, jugando al pool en el sótano de su casa, rodeado de amigos.
Pero dos semanas antes de cumplir 28 años, murió en el baño de una tienda por departamentos. Estaba solo.
Lo mató una sobredosis de heroína, convirtiéndose en otra víctima del flagelo que ha asolado a comunidades estadounidenses, sobre todo en las antiguas regiones industriales económicamente deprimidas del país.
"No quiero que muera ni una persona más. Estoy saliendo del closet de la adicción", confesó la madre de Ryan, Cece Brown.
Tal vez no hay otro lugar en Estados Unidos con una crisis de opiáceos más grave que en Virginia Occidental, donde nació Ryan, un Estado montañoso con menos de dos millones de habitantes al Oeste de la capital de la nación. El carbón fue alguna vez el rey aquí, pero ahora está en declive, dejando a la economía local muy dañada y con la cadena de supermercados Wal-Mart como el mayor empleador del Estado.
Es un lugar donde la mayoría de los que tienen esperanzas se marchan en busca de oportunidades, y los que no las tienen a menudo se vuelcan a las drogas.
Los opiáceos penetran en comunidades enteras, con efectos devastadores: 150 de cada 1.000 bebés ya son adictos al nacer, sufriendo dolorosos síntomas de abstinencia.
En Huntington, una ciudad del Estado considerada el epicentro de la crisis nacional, 28 personas sufrieron sobredosis -con dos casos fatales- en un día de agosto pasado, luego de inyectarse heroína con fentanilo, un peligroso opioide sintético.
"Esta epidemia no discrimina", dijo el alcalde del pueblo, Steve Williams, a la AFP. "Nuestro habitante con sobredosis más joven tenía 12 años. Y el mayor, 77".
En la pequeña casa de Cece y Bobby Brown en Charleston, la capital del Estado, la pérdida de su hijo menor se siente como una herida abierta.
Ambos padres aseguran que Ryan no mostraba ninguno de los signos típicos de un consumidor de drogas. Sobresalía en matemáticas, ganó una beca escolar, conseguía amigos fácilmente y amaba los chistes.
Pero volvió a casa tras su segundo año en la Universidad de Virginia Occidental, adicto a la heroína. Sus padres se enteraron cuando se desplomó de una sobredosis en el baño.
A pesar de los años de tratamiento, y un largo período en el que pareció recuperar su vida, dos años atrás fue de compras con un amigo y nunca volvió.
De fármacos a la heroína
La gran mayoría de los consumidores de heroína recurrió a esa droga después de volverse adicto a los poderosos medicamentos contra el dolor, como la oxicodona, de acuerdo a la agencia policial antidrogas (DEA) de Estados Unidos.
Los narcóticos altamente adictivos inundaron Virginia Occidental con cifras impactantes por años y, a diferencia de la heroína, se distribuyeron abiertamente con la ayuda de "clínicas del dolor" que no eran demasiado estrictas al prescribir recetas y farmacias que no se esforzaban en saber cuántas píldoras salían por la puerta.
Entre esos adictos hay muchos mineros de carbón jubilados, que se lesionaron por su tarea pero continuaron trabajando con ayuda de medicamentos para el dolor. Cuando sus recetas fueron canceladas, después de que las autoridades acabaran con el suministro, se pasaron a la heroína.
Pero el arresto de traficantes y consumidores, las demandas a compañías farmacéuticas y distribuidores y la clausura de farmacias, no ha sido suficiente para detener el suministro de drogas.
Los incentivos económicos para los distribuidores son poderosos: un kilo de fentanilo, por ejemplo, cuesta 5.000 dólares y hace un millón de tabletas que se venden a 20 dólares cada una, con una ganancia de 20 millones de dólares.
Un nuevo programa piloto de la DEA llamado Estrategia 360 está trabajando con los agentes de la ley y líderes de la comunidad para llevar a los adictos a tratamiento en lugar de encarcelarlos.
A pesar de la intensificación de la lucha, las cifras en todo el Estado no parecen buenas: las muertes han aumentado, todavía tiene la mayor tasa de sobredosis en el país, y 43% de los detenidos el año pasado tenía un problema de abuso de sustancias tan agudo que necesitaban atención médica inmediata.
En resumen
Las sobredosis de opiáceos, incluyendo drogas prescriptas y heroína, mataron a más de 33.000 personas en Estados Unidos en 2015, último año del que hay datos disponibles. Fue más que cualquier otro año registrado.
Del total de muertes en 2015, cerca de 13.000 fueron causadas por sobredosis de heroína.
80% de los adictos a la heroína comenzaron usando drogas de prescripción.
Virginia Occidental tiene por lejos la tasa más alta de muerte por sobredosis de opiáceos en el país: 41,5 muertes cada 100.000 habitantes en 2015, un salto de casi 17% en comparación con el año anterior.
New Hampshire secundó a Virginia Occidental con 34,3 muertes cada 100.000 personas, pero tuvo el mayor aumento desde el año anterior, cuando la tasa fue de 26,2%.