Sun Tzu, el general chino del célebre tratado "El arte de la guerra", afirma en él que "Los guerreros victoriosos primero ganan y después van a la guerra, mientras que los guerreros vencidos primero van a la guerra y después buscan ganar".
Tras casi un año de guerra comercial entre EE.UU. y China, ahora llega el momento de saber cuál de las dos potencias económicas es la que ganó antes de iniciar el conflicto. Porque ambos gobiernos negocian un acuerdo comercial que ponga fin a las hostilidades, y que incluiría una cláusula de pacto de no agresión en los mercados cambiarios.
A primera vista, esta cláusula permitiría evitar las devaluaciones competitivas del yuan, que en los últimos tiempos fueron muy criticadas por los sucesivos gobiernos estadounidenses.
Sin embargo, un informe del Banco de Pagos Internacionales da cuenta de que este pacto de no agresión en los mercados cambiarios sería difícil de sostener en el mediano plazo, habida cuenta del avance del yuan en materia de influencia sobre las demás monedas mundiales, una progresión que se dio principalmente en detrimento del dólar. ¿Quién ganó antes de ir a la guerra?
Evitar otra escalada
Para los mercados financieros, hoy lo que cuenta es que los negociadores de ambos gobiernos lleguen a un acuerdo para evitar una nueva escalada comercial, que afectó al crecimiento económico mundial y, por ende, a los resultados corporativos de muchas compañías y a sus cotizaciones bursátiles.
En ese sentido, parecería ser que en las próximas semanas podría haber novedades positivas para todos, y que se presente el acuerdo como una situación de "win-win", donde todos ganan. Sin embargo, como la economía suele ser también un juego de suma cero, es probable que, en realidad, como planteaba Sun Tzu, ya haya un ganador en este partido de go.
Mientras tanto, empezó a correr el rumor de que, junto con el acuerdo comercial, se podría llegar a uno monetario, que impediría a China practicar las devaluaciones competitivas que realizó entre 2003 y 2013 para debilitar al yuan e impulsar sus exportaciones.
Se estaría hablando de un mecanismo de consulta permanente entre ambos gobiernos, que obligaría a cada uno a informar previamente al otro de sus decisiones en materia de política cambiaria (similar al que existe entre EEUU, México y Canadá).
Más transparencia
Para el dólar, esto no sería problema, ya que la divisa se negocia libremente en los mercados mundiales. Pero otra sería la situación para el yuan (renminbi), ya que obligaría al gobierno de Xi Jinping a transparentar su política al respecto. Los operadores, por su parte, consideran a esta medida como positiva, porque podría aportar más estabilidad a los mercados cambiarios internacionales, muy volátiles estos últimos años a causa de la política llevada adelante por China.
Sin embargo, la "pax monetaria" entre EEUU y China estaría llegando en un momento en que la potencia asiática ya devaluó todo lo que necesitaba, según los analistas.
"El tipo de cambio real del yuan ganó un 60% entre 2005 y 2015 y, desde entonces, el país estabilizó su moneda más que la devaluó. Un yuan estable más que depreciado es beneficioso para la economía mundial, y China no tiene interés en debilitar sus mercados de exportación, teniendo en cuenta la importancia de sus exportaciones para su propio crecimiento", afirmó Craig Chan, analista de Nomura.
Incluso desde principios de año, el yuan se apreció un 2,3% con respecto al dólar, un 3,7% contra el euro y 4% con el yen japonés. China posee casi 4 billones de dólares en reservas cambiarias para sostener su divisa, y entre 2014 y 2015 gastó un billón para evitar que el yuan se depreciara por las salidas de capitales.
Crece la influencia
A pesar de ello, el informe del Banco de Pagos Internacionales ("A key currency view of global imbalances") pone en duda que este pacto de no agresión monetario sea la solución a los problemas de competitividad de la economía estadounidense.
Según el estudio, que retoma datos del FMI, el yuan ya influencia a las monedas de países que juntos representan el 30% del PIB mundial, mientras que la zona de influencia del dólar abarca al 40% del PIB global y la del euro al 20% del producto mundial.
"Entre 2015 y 2017, la zona yuan ganó en influencia, principalmente en detrimento de la zona dólar", indica el Banco de Pagos Internacionales.
La divisa china impacta sobre sus colegas del grupo BRIC (Brasil, Rusia y la India), monedas asiáticas como el won coreano, el dólar taiwanés; latinoamericanas como el peso mexicano, colombiano y chileno y el real brasileño; el dólar australiano y el rand sudafricano.
Como China es el mayor importador de commodities, las monedas de sus proveedores suben y bajan en función de su demanda.
Además, el gobierno de Xi llegó a acuerdos con varios países (entre ellos, por ejemplo, la Argentina) para hacer swaps de monedas, que van de la mano de la llegada de empresas chinas proveedoras de infraestructuras y servicios.
De esta manera, China mata tres pájaros de un tiro: aumenta los vínculos comerciales con esos países, avanza en la globalización del yuan y reduce la influencia de EE.UU. en muchas partes del mundo.
Si el peso del yuan en las reservas internacionales de los bancos centrales es hoy de un reducido 1,8%, según el FMI, se espera que para 2025 crezcan hasta el 5,6%.
¿De verdad todavía hay dudas respecto de quién ganó antes de empezar las hostilidades?