Los Angeles es la segunda ciudad más grande de Estados Unidos y fue mi punto de partida para salir a la carretera y viajar por el Lejano Oeste. Fui a Dollar Rent A Car y alquilé un Chrysler por 52 dólares diarios que amorticé bien ya que además de transporte fue mi hotel en la ruta en un par de ocasiones.
Era un coche con caja automática que en un principio no me convenció pero que luego agradecí. El tráfico es devorador. No por nada llaman a Los Angeles capital mundial de las autopistas. Llevaba el mapa rutero de EEUU desplegado en el asiento del acompañante (no tenía GPS). Con un ojo en el camino y otro en el plano logré salir del enjambre de cemento y asfalto y tomar la Interestatal 15 Norte rumbo a Las Vegas a 450 kilómetros.
El riesgo estaba en atravesar el Desierto de Mojave en la zona del Valle de la Muerte, uno de los lugares más secos e inhóspitos del planeta y en julio, pleno verano. Aquí es donde los gangsters del cine (y los de verdad) se deshacen de los cadáveres. Cuando llegué al límite entre California y Nevada me sorprendió en medio de la nada un enorme casino con montaña rusa incluida. Estaba a metros de la línea divisoria ya dentro de Nevada.
Este estado es el paraíso de los apostadores y Las Vegas la capital del pecado y la diversión. Sus luces son visibles desde varios kilómetros a la redonda. El casino Luxor, con forma de pirámide, tiene en su cima el rayo artificial más potente del mundo y su estela barre el cielo como un faro llamando al entretenimiento. Me alojé en un sencillo motel de 30 dólares la noche regenteado por un coreano que estaba ubicado entre dos Wedding Chapel donde por unos pocos billetes te casan oficialmente en diez minutos. Es tal cual hemos visto en incontables películas.
El ingreso a los casinos es gratuito y funcionan 24 horas. Estuve en los más famosos: MGM, con sus peleas de boxeo; Flamingo, Caesars Palace donde se filmó "Rain Man", The Mirage, el Hilton donde Robert Redford tienta a la infidelidad a Demi Moore por un millón de dólares y el Treasure Island con sus recreaciones de batallas piratas en su fachada caribeña. Fui al Hard Rock Café donde vi, entre otros íconos rockeros, la campera roja que Michael Jackson utilizó en el video Thriller y la camisa negra sin mangas que lució Bono en el recital de U2 en Red Rocks. Sobre la calle Fremont que está techada y ofrece espectáculo de luz y sonido gratis, se ubica el casino Four Queens.En sus veredas se rodó en 1987 el video de U2 I still haven´t found what i´m looking for.
Si uno va con poco dinero se divierte con el esplendor y las luces. Para quienes pueden gastar sin preocupaciones, la libertad de elegir es plena. Los clubes de strippers abundan. Los hoteles cuentan con shows en vivo de los mejores cantantes. Se puede volar en helicóptero hasta el cercano Gran Cañón del Colorado por 200 dólares el paseo de 30 minutos o cenar en restaurantes con vista panorámica. El límite lo pone tu imaginación (o tu bolsillo).
Para ir a San Francisco no había ruta directa y tuve que regresar a Los Angeles para encontrar la Interestatal 5 Norte que me llevara a la ciudad de los tranvías a 625 kilómetros. Ingresé por el Bay Bridge y fui en busca de mi amiga Laura. Me alojé en su departamento en un barrio con casas de madera estilo victoriano que dan personalidad a la ciudad más linda de USA con lomas y vistas estupendas de la bahía.
Fuimos al Chinatown donde compré una filmadora y salimos rumbo a Sausalito a ver las casas flotantes. Para llegar hay que atravesar el Golden Gate, el señorial puente colgante rojo que es el símbolo de San Francisco. La isla de Alcatraz sobresale anclada en medio de la bahía. Allí funcionó la antigua prisión de máxima seguridad. En la ciudad hay que conducir con cuidado por las arterias ondulantes. En la esquina te podés topar con un pintoresco tranvía que le da un aspecto retro a esta moderna urbe asentada en la inestable Falla de San Andrés.
En la década de 1960 se inició aquí la Beat Generation movimiento literario y social contra la burguesía dominante. Todavía mantiene ese espíritu y es un lugar donde conviven todos: hippies, punks, gays, empresarios y bohemios. Cada uno hace la suya sin problemas. Dejé San Francisco para regresar a L.A, o eso creía. Cometí el único error del viaje y tomé la Interestatal 5 pero con rumbo norte y fui a parar a Sacramento, la capital de California. Retorné a Los Angeles donde devolví el coche y culminé, exhausto pero feliz, el raid por la Costa Oeste.