Estados Unidos estaba a punto ayer de evitar un dramático golpe de austeridad con el "abismo fiscal" gracias a un acuerdo en el Senado la víspera de Año Nuevo, una victoria para el presidente Barack Obama que aún debe confirmarse en la Cámara de Representantes.
El texto prevé un aumento de los impuestos para los más ricos (la tasa de imposición pasará de 35 a 39,6% para los hogares con ingresos superiores a 450.000 dólares anuales), pero deja interrogantes debido a la postergación por dos meses del plazo para poner en vigor recortes del gasto público federal por unos 109.000 millones de dólares, en particular en el área de defensa.
"Si bien ni los demócratas ni los republicanos obtuvieron todo lo que querían, este acuerdo es lo que hay que hacer por el bien de nuestro país y la Cámara debe aprobarlo sin demora", dijo Obama en un comunicado difundido anoche.
"Hay más trabajo aún por hacer para reducir nuestro déficit, y estoy dispuesto a hacerlo", dijo Obama al asegurar que los sacrificios para reducir el endeudamiento del país deberían ser "compartidos".
El líder republicano de la Cámara de Representantes, John Boehner, indicó que el texto sería examinado, y fue poco claro sobre el calendario. Según medios estadounidenses, se prevé una reunión entre republicanos y demócratas, la cual se espera contribuya a zanjar una eventual votación durante la jornada.
Después de meses de agonía por la crisis, semanas de debate sobre una posible solución y días de intensas negociaciones a puertas cerradas, una abrumadora mayoría del Senado de Estados Unidos (89 contra ocho) aprobó la madrugada de ayer un controvertido proyecto de ley que evita el llamado "abismo fiscal".
La iniciativa es el resultado de una combinación de un aumento de impuestos a los ingresos más altos y recortes presupuestarios automáticos que entran en vigor al vencer un paquete de exenciones fiscales aprobadas durante la presidencia de George W. Bush (2001-2009) y de un acuerdo alcanzado en 2011 por los legisladores.
El acuerdo en el Senado fue negociado entre el vicepresidente Joe Biden y el jefe de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell. El aumento de los impuestos a las familias más pudientes es una clara victoria de Obama, que lo tenía como elemento clave de la negociación.
"Recuerden que hace tan sólo un mes los republicanos en el Congreso decían que jamás aceptarían aumentar de nuevo los impuestos a los estadounidenses más ricos", dijo el sonriente mandatario la tarde del lunes durante una rueda de prensa antes de finalizar las negociaciones en el Senado.
En un comunicado difundido el martes, la Casa Blanca alabó las virtudes de una solución "que mantiene el impuesto sobre la renta en un nivel modesto para la clase media" y que significa que "los millonarios y multimillonarios pagarán su parte justa para reducir el déficit".
Pero para eso el presidente tuvo que ceder y algunos en el bando demócrata se mostraban decepcionados, puesto que Obama había defendido a capa y espada durante su campaña electoral que el aumento de impuestos se aplicaría a los ingresos superiores a los 250.000 dólares anuales.