Trece años después de la llegada de los primeros hombres a la base estadounidense de Guantánamo, bajo el aplastante sol de Cuba, el gobierno de Obama multiplica los vuelos nocturnos para vaciar lo antes posible las celdas de la prisión. Siempre con la esperanza de cerrarla completamente.
En 2014 fueron liberados 28 detenidos, “la reducción anual de la población carcelaria más importante” de la presidencia de Obama desde 2009, se ufanó Paul Lewis, el representante especial del Pentágono encargado del cierre de la prisión.
Cuando el centro de detención militar inició ayer su decimocuarto año, “nos esforzamos por mantener el ritmo” de liberaciones, agregó en una entrevista.
“El camino para cerrar Guantánamo está despejado y bien iluminado”, escribió su homólogo renunciante del departamento de Estado, Cliff Sloan. “Hubo muchos zigzags pero hemos hecho grandes avances”, opina en una columna de opinión del New York Times.
Pero Noor Mir, de Amnistía International EEUU, intima a la administración Obama a “actuar rápido”. “A pesar de la siniestra cuenta de trece años desde la apertura de Guantánamo, decenas de hombres siguen pudriéndose allí, sin la menor idea de cuándo tendrá fin su detención”, afirma.
Los primeros detenidos llegaron el 11 de enero de 2002, cuatro meses después de los atentados del 11 de Setiembre, cuando el presidente George W. Bush hacía encerrar en sus celdas a cielo abierto a los “peores de los peores” de su guerra contra el terrorismo.
Hoy quedan 127 detenidos, de un máximo de 680 que llegó a tener en 2003, pero la población carcelaria podría caer a menos de cien en los próximos dos meses, y a la mitad antes de que termine 2015.
Entre ellos hay 83 yemenitas, que constituyen el mayor obstáculo al cierre de Guantánamo, ya que es imposible repatriarlos debido a la explosiva situación actual en Yemen.
El Congreso no los quiere
La semana próxima serán trasladados cinco yemenitas a dos países no identificados. Serán entonces 21 los países que habrán aceptado recibir detenidos de una nacionalidad extranjera.
La administración demócrata se enfrenta al rechazo categórico del Congreso, de mayoría republicana, a trasladar a los presos de Guantánamo a suelo estadounidense para que sean juzgados por un tribunal ordinario, como propuso en su momento Obama.
Sin embargo, el porcentaje de detenidos liberados durante la presidencia de Obama que volvieron a sumarse a la “guerra santa” es de 6,8%, contra 30% bajo Bush, precisa Cliff Sloan.
Encontrar un país de acogida para 59 detenidos “liberables”, yemenitas la mayoría, es el objetivo inmediato de Barack Obama, quien ha reiterado en muchas oportunidades su promesa de cerrar el capítulo de Guantánamo antes de que termine su presidencia.
“Intentamos transferir a esos 59 hombres lo antes posible, esperamos que sea este año”, precisó un alto funcionario de Defensa.
Tanto en el departamento de Estado como en el Pentágono, recorren embajadas y el mundo a la búsqueda de países de acogida.
“Es un esfuerzo caso a caso”, agrega este alto funcionario que se mantuvo en el anonimato, “nos concentramos en América del Sur y en establecer vínculos con Medio Oriente y Europa”.
Control
Las autoridades estadounidenses quieren asegurarse que los futuros exdetenidos serán bien tratados allí donde se los reciba, pero también que podrán "seguir manteniendo un control sobre ellos".
“Estas personas nunca fueron condenadas por nada, no son criminales, por tanto no seguirán detenidos, pero deben ser vigilados” y no pueden abandonar el país que los reciba durante al menos dos años, precisó el funcionario.
Segunda etapa: que los tribunales militares de excepción juzguen lo antes posible a los diez prisioneros considerados “de gran valor”. Entre ellos, Jaled Cheij Mohammed y sus cuatro coacusados del 11 de Septiembre, cuyos procesos no han comenzado aún, lo que aleja la perspectiva de cerrar la prisión.
Tercera etapa: acelerar el examen de la situación de cada uno de los 58 hombres que no fueron acusados pero cuyo traslado no ha sido aprobado hasta ahora. No todos podrán salir de prisión, ya que algunos son “yihadistas inveterados”, pero el número de detenidos “no liberables” podría reducirse a una cuarentena.
El presidente Obama podría entonces dirigirse nuevamente al Congreso para que, de una u otra manera, autorice su traslado a prisiones de alta seguridad en territorio estadounidense, donde el costo es de 75.000 dólares anuales por detenido, contra 3 millones en Guantánamo.
“Si no logra llevar a esos detenidos a Estados Unidos, deberá mantenerlos en Guantánamo”, declaró David Remes, abogado de 18 detenidos, todos yemenitas. “Y Guantánamo seguirá abierta”.