En los últimos días la prensa ha comentado sobre el aumento de accidentes viales en Mendoza y el país. Reconoce, sin embargo, que en la mayoría de los casos no es por falta de señalización o defecto en los caminos sino a causa de los conductores de vehículos; personas autorizadas que portaban, y portan, registro de conducción obtenido luego de una verificación sobre conocimientos viales. Esos conocimientos se obtienen a través de estudio, ejercicio mental y práctica y, en base a una demostración o examen de que esos conocimientos responden a un mínimo de lo exigido, se otorga ese registro o permiso.
Lo mencionado es lo que podríamos llamar educación, y difiere de cultura en motivos que ahora veremos. Tomaremos el caso de la conducción vial como ejemplo pero luego citaremos otro donde esas diferencias también son notables.
Falta de educación es no saber que ante un cartel de "Pare" el vehículo debe detenerse porque la prioridad de paso no le corresponde; algo similar con semáforo con luz roja; que el cinturón de seguridad debe usarse desde el momento de entrar al vehículo; que el uso de la bocina sólo es para alertar un posible accidente; que no debemos ingerir alcohol si vamos a conducir ni usar celulares, laptops o pads al volante; ni fumar. Falta de cultura es saber que esas cosas son parte del orden para convivir en sociedad y no hacer caso. Habremos visto bajarse un vidrio polarizado de un auto de gran valor para que el conductor tire al piso el paquete de cigarrillos vacío porque acaba de prender el último; que las banquinas son para ser usadas en emergencias y no para sobrepasar otros vehículos detenidos; que la bocina no sirve para mover autos sino para tranquilizar al bocinador. Otros ejemplos los veremos en los que evitan colas, los que buscan contactos con funcionarios, dirigentes, empleados, para beneficios personales.
La educación se aprende, desde la cuna, con los padres; luego con los maestros que dan elementos necesarios para adquirir conocimiento. La cultura se mama: entra en la persona por la herencia y el ejemplo familiar, el entorno, la tradición. Hemos visto analfabetos con una excelente cultura y conocidos profesionales y políticos con una ausencia total de ella.
La Argentina de hoy tiene un nivel de educación bueno que se puede mejorar con maestros con calidad y vocación que su profesión requiere. Pero mejorar la cultura perdida no es tan fácil de lograr. Los inmigrantes europeos que llegaron a la Argentina por millones, desde fines del siglo XIX hasta terminada la segunda guerra mundial, trajeron su vocación por el trabajo, la moral, la búsqueda de mejores formas de vivir y traspasaron a sus hijos sus esfuerzos para lograr una mejor vida; algunos nietos fueron tocados pero ahí empezó a flaquear el nivel cultural argentino. Pasarán varias generaciones hasta que los argentinos nos demos cuenta que la viveza criolla, el primero yo, la falta de esfuerzo personal; la aislación de la sociedad no conducen a lo que queríamos llegar individualmente.
Ricardo Santos
DNI 4.255.186