Educación y responsabilidad paterna

Las autoridades educativas han implementado diferentes iniciativas en la búsqueda de alcanzar el ideal entre calidad educativa y contención del alumno en el colegio. Pero, en todo caso, siempre cabe una sustancial responsabilidad a cumplir por parte de lo

Educación y  responsabilidad paterna

La iniciación de un nuevo ciclo lectivo, más allá de lo que suceda en las paritarias, da pie para realizar una reflexión sobre el verdadero sentido de la educación y los problemas que deben afrontar tanto las autoridades del sector como los docentes que son quienes, al estar al frente del aula, tienen que enfrentar las situaciones que a diario se plantean.

Con sus más y con sus menos las distintas gestiones gubernamentales locales, a lo largo de los años, intentaron diversas iniciativas tendientes a mejorar el sistema, como sucedió con el método de evaluación hasta volver al sistema numeral; la fijación de determinada cantidad de días de clase a cumplir; la incorporación de las salas de cuatro años o la decisión de establecer el nivel secundario obligatorio.

Sin embargo, todo lo que se intentó no brindó los resultados esperados en razón de que se priorizó la contención del chico en el colegio por sobre los contenidos educativos. Nunca se pudo lograr el mix necesario entre uno y otro y es así que nos encontramos con que la Argentina se ubica muy alejada de otros países, incluyendo los de América Latina, en lo que a calidad educativa se refiere. Paralelamente y en la intención de contener al niño o adolescente en el colegio, se ha perdido un principio fundamental de la educación como es el respeto por la autoridad educativa. Esta situación no sólo se advierte de parte del educando sino que muchas veces se traslada a los padres y el ejemplo más penoso podría darse con la agresión de un padre a la directora de un establecimiento que costó la vida a la docente, como sucedió días pasados en un colegio de Misiones.

Habrá que establecer también, con el paso del tiempo, los resultados de la decisión de modificar el plano disciplinario, adoptando un sistema de puntaje y dejando de lado el de las amonestaciones en el nivel secundario. Se trata de una iniciativa compleja, en razón de que la misma debe ir acompañada por el funcionamiento más profundo de profesionales que permitan determinar, primero, las causas por las cuales un chico tiene problemas de disciplina.
 
No debemos olvidar  que en la actualidad también la familia en general se encuentra atravesando por un período de crisis como consecuencia de los dilemas que plantea la vida moderna y los chicos suelen ser los más afectados. Pero tampoco podemos caer en el facilismo, porque los adolescentes suelen advertir ese tipo de debilidad y se aprovechan del mismo. Paralelamente, el sistema de "contención" tiene sus debilidades, como es el hecho de que si un chico es obligado a retirarse de un colegio por problemas de conducta, puede acceder a otro establecimiento educativo donde la disciplina es más laxa, a costa de la calidad de la educación. Muchas veces los padres adoptan este criterio en la intención de que el adolescente "termine" la secundaria.

En síntesis, si bien es cierto que las autoridades educativas de las diferentes gestiones gubernamentales han adoptado variados criterios en la intención de mejorar la calidad educativa, también es verdad que no han podido alcanzar, hasta el momento, el ideal intentado por los objetivos. Es aquí donde entra la responsabilidad de los progenitores que, en muchísimos casos -no todos, por supuesto- se desentienden de la educación de sus chicos.

De otra manera no podría comprenderse que de diez chicos que concurren a las clases de apoyo, sólo dos respondieron que "han leído" previamente la materia. Si bien la escuela debe contener para que los chicos no queden en la calle, su misión esencial es la de educar, la de promover. Los padres tienen una sustancial cuota de responsabilidad, porque la escuela no es una guardería ni los maestros son trabajadores sociales. Su misión fundamental es enseñar, educar y formar, en el marco de respeto mutuo entre educador, educando y progenitores.

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