Educación: disyuntivas por las salitas de tres

La iniciativa del Gobierno nacional respecto de las salitas de tres tiende a igualar oportunidades y mejorar la calidad de la educación. La pregunta que queda por responder es si están dadas las posibilidades edilicias para la instrumentación efectiva de

Educación: disyuntivas por las salitas de tres

La discusión sobre el funcionamiento de las denominadas salitas de tres, destinadas a niños de esa edad, se ha instalado en la sociedad a partir de la presentación de un proyecto de ley, a nivel nacional, tendiente a la implementación de la iniciativa dentro del ciclo lectivo escolar. No se puede negar que el Gobierno impulsa el tema buscando mejorar la calidad y la igualdad educativa, pero ¿están dadas las condiciones para implementar el sistema?

De acuerdo con la información, el proyecto fue presentado por el Ministerio de Educación de la Nación y actualmente se encuentra a estudio de la comisión respectiva de la Cámara de Diputados de la Nación. Intenta universalizar la obligatoriedad de las salitas de tres años en todo el país, fomentando el éxito escolar en edades más avanzadas y garantizar la enseñanza en esta temprana edad, con la mirada puesta en permitir el servicio a las familias de menores recursos.

Sin embargo, el tema es muy complejo y exige un tratamiento profundo. Abordado en las páginas de Los Andes  por especialistas, concluyeron en que no todos los chicos se encuentran en igual situación; algunos pueden estar contenidos en el seno familiar y otros, por diversas razones, no. De allí que consideren que el sistema debería ser optativo y no obligatorio. También se considera que no se puede implementar de un año para otro sino que se necesita una década para instalarlo definitivamente, comenzando por los sectores sociales más desprotegidos.

Pero más allá de los contenidos formales tomados desde el plano educativo, cabría preguntarse si están dadas las condiciones edilicias y de infraestructura para hacer frente a la nueva obligación. Todos sabemos que, aún sin sala de tres, las escuelas sufren carencias importantes y el mantenimiento suele superar al mejor de los presupuestos.

Sucede que en muchos de los casos, la antigüedad de los establecimientos y la incidencia de un clima como el nuestro obligan a una inversión permanente, tanto en mantenimiento como en mejoras, que no se da en todos los casos. Con un agravante, la exigencia de la implementación de estas salas obligará a la construcción de sectores adecuados para su funcionamiento, porque por la diferencia de edades deberían funcionar en sectores independientes y hasta con baños especiales adaptados a la edad de los chicos. A modo de antecedentes, podríamos mencionar los problemas que se plantearon, y que aún persisten, en la instrumentación de las salas de cuatro. Aunque no lo parezca, este debe ser un aspecto fundamental, porque estamos acostumbrados a que los legisladores, muy especialmente en la Capital Federal y en el Gran Buenos Aires, sancionen leyes que después obligan a las autoridades a improvisar o a la incorporación de contenedores (los utilizados en el puerto) para la “ampliación” edilicia.

El tema es muy complejo y merece ser tratado en profundidad y con la realidad del caso. Porque la buena intención del Gobierno de otorgar igualdad de posibilidades puede dar de bruces con hechos incontrastables como la carencia de edificios.

Y también poner en discusión el temas de las prioridades, invirtiendo en infraestructura escolar para hacer frente a todas las necesidades actuales y, una vez logrado este objetivo, con las advertencias que han realizado los profesionales en el tema, la implementación de la nueva medida, en caso de ser aprobada.

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