Hace más de una década que trabajos de investigación realizados en nuestra provincia mostraban, con muy buenos fundamentos, que tanto en educación como en salud había desperdicio de recursos económicos.
Se demostraba que los recursos asignados a esas importantes funciones del Estado eran administrados en forma deficiente. Esas investigaciones concluían proponiendo medidas para mejorar la administración, para lograr mayor eficiencia en el gasto y la inversión, para que la calidad de las prestaciones fuese mejor.
Por cierto, pasados los años los problemas no sólo perduran, y perduran agravados, en esta “década ganada”. Se han destinado cuantiosos recursos, sobre todo a educación, y los resultados negativos están a la vista, aunque se descalifique el valor de pruebas como las PISA y otras que muestran resultados similares.
Ahora, en uno sus habituales e interesantes informes, Idesa aporta datos y conclusiones verdaderamente sorprendentes sobre el tema de la asignación y administración de recursos para educación en todo el país.
Reseñamos el jugoso informe. Destaca que la Ley de Financiamiento Educativo, puesta en funcionamiento en el 2006, estableció que el gasto público en educación debía pasar de 4,8% a 6% del PBI en 2010. Destaca que la meta fue alcanzada, aunque se generan dudas por las conocidas manipulaciones de las estadísticas oficiales.
Pero, expresa, es innegable que la cantidad de recursos asignados a la educación pública ha aumentado. Ahora bien, en materia de resultados parecen ser inversos al aumento de los recursos, como resultan del retroceso de Argentina en las mencionadas pruebas PISA en relación con los países vecinos.
Para Idesa, esa falta de resultados, contando con más recursos, denota enormes deficiencias en la planificación de la gestión de la educación. Mientras un número creciente de familias opta por las escuelas privadas, en las escuelas públicas se sigue contratando docentes sin sentido estratégico.
Expresa que más prioritario que aumentar los recursos es replantear la forma como se las está administrando; para ello es imprescindible establecer reglas que premien el compromiso de los docentes con la formación de los alumnos.
Quizás la parte más sorprendente del informe tiene que ver con algunos números. Tomando datos del Anuario Estadístico del Ministerio de Educación para el período 2006-2013, observa Idesa que en ese lapso la matrícula total aumentó en 470.000 estudiantes y los cargos docentes en 132.000. En las escuelas privadas la matrícula aumentó 356.000 estudiantes (76% del total) y los cargos docentes 39.000 (30% del incremento total).
En las escuelas estatales la matrícula aumentó en 114.000 estudiantes (24% del total), mientras que se crearon 93.000 cargos docentes (70% de aumento). De ahí concluye que mientras la matrícula se desplaza en forma notable a la escuela privada, en las escuelas públicas se creó casi un cargo docente por cada nuevo alumno.
Es muy importante prestarles atención a las principales conclusiones de Idesa, porque ellas son compartidas por muchas instituciones y personas dedicadas al tema educativo.
Sostienen que se partió de un error de diagnóstico al considerar que el único problema en educación era la insuficiente inversión. Esto derivó en aumento indiscriminado del gasto público sin planificación ni replanteo de la gestión. Un dato que avala esta conclusión es que en 2006 el sistema público contaba con 18 alumnos por cargo docente y en 2013, tiene 14 por cargo. No faltaban recursos sino buena administración.
Pero sin duda hay una conclusión que, aunque resulte molesta, es una realidad que se vive a lo largo y ancho del país. “El problema de fondo es que los reclamos de los gremios no dejan espacio para la consideración del derecho al aprendizaje de los alumnos.
Prueba de ello es que en la agenda educativa no hay otro tema que no sea el aumento de los sueldos docentes. Mientras tanto prevalecen la mediocridad y el ausentismo; bajo estas reglas se castiga a los docentes que se comprometen con la instrucción.
Hay que poner el derecho de los alumnos a recibir una formación de excelencia por encima de las presiones corporativas”. Deberíamos agregar que también es indispensable un serio y responsable compromiso de las familias para mejorar la educación de sus hijos.