En Argentina, de cada dos estudiantes que ingresan al ciclo secundario en el primer año, uno no finaliza sus estudios en el período establecido. Estas cifras distan considerablemente de los demás países de América Latina; en Chile, Perú y Uruguay finalizan el 70% y en Colombia, el 64%. En la Unión Europea la media comunitaria de abandono prematuro es de 12%.
Si bien es cierto que existen causas intrínsecas al sistema educativo (la pedagogía, lo curricular, la formación docente) hay además factores externos de índole socioeconómicos (pobreza, migración poblacional, desintegración familiar y embarazo adolescente) que inciden en el fenómeno.
La consecuencia más importante de la deserción es que estos jóvenes migran en su mayoría al mercado laboral sin la formación adecuada, accediendo a puestos de trabajo sin calificación, y difícilmente regresen al sistema educativo. De este modo el impacto importante del fracaso escolar es que puede derivar luego en desempleo y marginalidad, y convertirse así en la antesala de la violencia y la inseguridad urbana. En nuestro país, 1 de cada 5 chicos entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja; son los denominados jóvenes “Ni-ni”.
Existen opiniones contrapuestas entre los diversos actores sociales acerca del rol que debe cumplir la escuela media, sus objetivos y su naturaleza. Una tensión es la que opone la función institucional escolar genuina -la enseñanza- a la de contención o inclusión social.
Más allá de las diferentes visiones, y sin ánimo de cargar las tintas de la responsabilidad de todos los fenómenos sociales a la Educación, lo cierto es que, como agente de socialización -en la actualidad no es el único-, la escuela es el ámbito donde el intercambio, el diálogo, la escucha activa, la formación ciudadana, el respeto por lo diferente y la forma pacífica de resolución de conflictos, acontece.
En este sentido es interesante la iniciativa de diálogo implementada en diversos países por Scholas Ocurrentes inspirada en el papa Francisco. En nuestro país este programa se implementa en forma voluntaria en los dos últimos años del colegio secundario, y durante este año uno de los dos temas de preocupación de los jóvenes ha sido la inseguridad y la desigualdad educativa entre escuela pública y privada.
Ellos se reúnen con expertos en el tema, dialogan y luego elevan propuestas a las autoridades nacionales.
Desde la política pública existen diversas estrategias de intervención educativa para prevenir la violencia y reducir el abandono, entre ellas los denominados Programas de apoyo económico a la oferta educativa. Consiste en la realización de actividades extracurriculares (con el acompañamiento de tutores) que motiven a los jóvenes: juegos, gimnasia, fútbol, informática, talleres de carpintería, tornería, radio, teatro, producción audiovisual.
De esta manera el vínculo con la institución escolar se fortalece y los padres sostienen que “alejan a los chicos de la calle”. Un ejemplo de ello han sido las innovaciones en materia de Robótica de la Escuela Técnica Nro. 4 de San Juan, producción de cortos audiovisuales de la Escuela José V. Zapata de Mendoza, reciclado de materiales y otras iniciativas de las escuelas de la provincia de Entre Ríos, Neuquén, Córdoba y Buenos Aries, cuyos equipos docentes fueron distinguidos por el Premio Maestros Argentinos la semana pasada por el presidente Mauricio Macri y el ministro Esteban Bullrich. Como balance, la experiencia ha permitido motivar a los chicos y disminuir la repitencia y el abandono, sostienen los directivos docentes.
Al aula no se le puede pedir más, pero tampoco menos. Después de la familia es el principal ámbito de socialización. Se deben proveer medidas para que los chicos progresen en la sociedad y que estén aptos para el trabajo y la vida.