He leído el artículo que Los Andes publicó con la firma del doctor Hugo Dutch ("¿Y la credibilidad del sistema educativo?") el miércoles 28 de agosto. Reconozco que no tengo títulos universitarios específicos sobre el tema, pero tengo uno, y mis cuatro hijos también. He seguido la educación de mis hijos como sigo hoy la de mis nietos: con la responsabilidad de involucrarlos en su desarrollo personal.
Estoy totalmente de acuerdo con el Dr. Dutch cuando ve con preocupación que la educación que se vive hoy en Mendoza y la Argentina en general no cumple con las expectativas que buscamos. Sin embargo, mi experiencia y estudios sobre el tema me permiten diferenciarme de las ideas que él propone como solución. No pretendo presentar un trabajo final pero sí una propuesta que sirva de base para un diálogo posterior y poder así llegar a ver a los mendocinos mejor preparados para sus vidas personales.
He vivido muchos años en los Estados Unidos -mi título universitario me fue otorgado allá- y he palpado de cerca las diferencias que hay entre los dos sistemas educativos. En los Estados Unidos la relación padre/maestro/alumno es la base en una agrupación llamada Parents' and Teachers' Association (Asociación de Padres y Maestros), conocida por sus siglas: PTA. En cada escuela primaria y secundaria estas organizaciones tienen un alto grado de participación, al punto que muchos políticos se han iniciado en ellas cuando han estado al lado de sus hijos velando por su educación.
Estas asociaciones son las que terminan definiendo la calidad de las escuelas, basada en pautas generales dadas por cada uno de los Estados federales. junto con las municipalidades, responsables finales de la administración de las escuelas de su distrito.
Cito al doctor Dutch en una parte de su trabajo: "Las responsabilidades mayúsculas son de la DGE, y se advierte desde hace algún tiempo que las estructuras de la organización escolar no cumplen las funciones de forma pertinente para lo que fueron creadas: desde la Dirección General; Subsecretarías; Direcciones de Línea; supervisores, el general hasta los seccionales, y otros organismos de ejecución y de decisión, como las Juntas; deben dictar y/o aplicar normas homogéneas (hoy no todos los organismos aplican las mismas normas para el mismo caso) y deben estar en las escuelas para dar respaldo y contención a los problemas con los que a diario deben lidiar los directores y maestros (hoy estos están solos, con problemas para los que ni siquiera han sido preparados).
Esto ha hecho que la ley del mercado ingrese también a nuestras escuelas y la DGE, en vez de proponer más institucionalidad, aplicando y ejecutando reglas y exigiendo que se cumplan, le hace el juego al mercado mirando los problemas desde afuera de la escuela".
Encuentro en esta idea una burocratización exagerada de los fines de la educación. El alumno no es la excusa: es el fin, y su relación con su maestra, su maestro, sus profesores pasa a un segundo plano cuando el objeto de la idea es un cierto desconocimiento de la capacidad del docente para actuar con lo suyo.
Recordemos que la relación debe ser: padres, alumno y maestra. Esa relación debe tener como premisa elemental la confianza mutua. Pero si vemos que uno de los tres actores está supeditado a una estructura superior piramidal, donde hasta pueden aparecer -como aparecen- personalismos en cada uno de los escalones, es evidente que esa confianza se debilitará.
¿Qué habría dicho Domingo Faustino Sarmiento si hubiese tenido la oportunidad de leer lo citado más arriba? Personalmente creo que él tampoco hubiese estado de acuerdo, como tampoco estaría con una sindicalización de la enseñanza que lleva a poner a los alumnos en una posición para la que no está prevista la escuela.
¿Qué habría dicho ante una suspensión de clases para hacer unas "jornadas de reflexión" por parte de los docentes y ante otra más, en menos de una semana, para realizar elecciones en los cuerpos colegiados del sistema educativo, que elegirán autoridades de las Juntas Calificadora y de Disciplina?
Posiblemente se preguntaría si esas reuniones y elecciones no hubiesen sido posibles de realizar durante un día sábado, sin afectar la educación.
