Es uno de los pocos referentes indiscutidos que tiene la vitivinicultura mendocina, además ha desarrollado una actividad gremial empresaria siempre vinculado al cooperativismo y en fuerte contacto con los productores. Al revés de otros que usan las entidades gremiales para beneficiar a sus empresas, Eduardo Sancho trabajó por la integración de pequeños productores.
A los 24 años la vida le mostró la parte más dura, falleció su padre de un infarto y tuvo que empezar a administrar los viñedos familiares, por esa época ya estudiaba la carrera de Ingeniero Agrónomo. Su padre, junto con Carlos Stoppel, estaba en la Asociación de Viñateros y decidieron crear la Cooperativa Vitivinícola de Mendoza.
"A los 10 años iba a cuidar el parral con mi papá 7 todavía está en producción. Después del fallecimiento de mi padre, me recibí y empecé a llevar otros viñedos. También ingresé como secretario en la Cooperativa Vitivinícola Mendoza", recuerda Sancho.
Una persona a la que rescata como un gran visionario, es a Carlos Magni, quien "imaginó todo lo que podía hacer Fecovita".
La vida de Sancho está atravesada fuertemente por la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), la Federación de Cooperativas Vitivinícolas de Argentina (Fecovita), Bodegas y Viñedos Giol, y también por la política.
Magni fundó Acovi en 1970, y advirtió que no era suficiente la herramienta gremial sino hacer una empresa para que las cooperativas comercializaran juntos sus productos. En el '77 comenzaron a avanzar en una Federación de Cooperativas para trabajar lo comercial y en 1980 se fundó Fecovita. El primer presidente fue Magni, en 1983 no pudo seguir y así Sancho llegó a ser presidente de Fecovita a los 32 años. "En ese momento era muy chica, se hacían compras de insumos en conjunto con mucho esfuerzo. Éramos dos personas en una oficina que alquilábamos en el edificio de la Bolsa de Comercio, yo tenía que pagar el teléfono de mi bolsillo. Nos costaba cobrar, al décimo camión que mandábamos a Corrientes ya nos rebotaban los cheques. Lo más complicado era tratar de tener una marca común porque las Cooperativas fraccionaban en damajuana, muy pocas lo hacían en botella y tenían sus marcas, los gerentes de las cooperativas no querían renunciar a eso".
Siendo presidente de Fecovita, en setiembre de 1987, le pidió juntarse con él el entonces candidato a la gobernación de Mendoza por el Justicialismo, José Bordón. Fue a la reunión con Rodolfo Gabrielli, quien iba a ser el ministro de Economía si ganaban las elecciones. "Me preguntaron a mí en nombre de las cooperativas, qué pensábamos que había que hacer con Giol. Le explicamos que había que transformarla para que los productores organizados se hicieran de la empresa en forma de compra y no como regalo. Después de eso no hablamos más. Bordón ganó las elecciones y empecé a tener más relación con Gabrielli porque él tenía que ir al Comité Vitivinícola. Cuando asumieron me preguntaron si querían llevar a cabo el proyecto que le habíamos presentado y me ofrecieron ser presidente de Giol, hicimos una reunión con las cooperativas en la Nueva California y les conté. Me dijeron que si se iba a hacer el proyecto que habíamos pensado que apoyáramos y si no, que me fuera", así llegó Sancho a Giol.
"En diciembre del '87, con 36 años, asumí como presidente de Giol, no como interventor, el proceso de transformación se hizo funcionando el directorio, nunca hubo intervención y el directorio votó todo. Empezamos el proceso para la transformación que era ordenar la empresa, tenía un déficit que equivalía a la construcción de cinco escuelas y lo financiaba el Banco Mendoza. En dos años equilibramos Giol, no perdía plata pero no podíamos pagar deuda", cuenta Sancho.
Antes que Bordón sacara el decreto 3345 en octubre del '88 para avanzar en la privatización, dividieron la empresa en unidades estratégicas. "La de las bodegas para elaboración, tenía unas 25 bodegas alquiladas. Las otras unidades eran la de producción con los viñedos, la de fraccionamiento, de destilería y otra era Provica, que era una planta de mosto junto con productores colombianos. A los viñedos los licitamos, se vendieron y pagamos deuda del Banco Mendoza. Provica se vendió y la destilería igual".
El desafío estaba en la elaboración del vino. "Formamos cooperativas para hacerla, fue un cambio fuerte. Hablé personalmente con los productores en mayo del '88 y cuando iban a quejarse por cómo funcionaba Giol, les decía que tenían razón y que el año próximo esos problemas no los iban a tener porque ellos iban a administrar, y que para eso debían organizarse porque Giol no iba a elaborar más. Ayudó Elvira Castro que estaba como Directora de Cooperativas en el Gobierno. Se juntaron 1.500 productores y tuvieron que organizar el alquiler de las bodegas, les dábamos enólogo si lo necesitaban. La unidad de bodega y elaboración, empezó a funcionar con las cooperativas. En marzo del '89 funcionaron las primeras en manos de los productores".
La unidad de fraccionamiento salió a licitación, y el decreto estableció que toda organización que tuviera más de 100 productores, ante igualdad de precio, tenía prioridad y por eso se presentaron pocos. Las empresas privadas estaban interesadas en las marcas, no en el personal ni en las máquinas.
Fecovita juntó cooperativas nuevas y viejas y se presentaron a la licitación, el Gobierno pidió que se asociaran con un privado para avanzar en exportaciones y se asoció con Cubas de Roble, Fecovita negoció que Cubas de Roble se quedara con el mercado de Buenos Aires y Fecovita con el resto. A los dos años, Cubas de Roble se presentó en quiebra y Fecovita asumió lo que dejó.
"En el pliego se indicaba que participaran los productores y los que ganaran se iban a quedar con las marcas mediante leasing por 10 años, que terminó en el 2000, ahí Fecovita debía decidir si las compraba. Hasta que Fecovita comprara las marcas el Gobierno se quedaba con una acción de oro que le permitía estatizar la empresa otra vez y devolverle a Fecovita lo que pagó en el momento de la licitación. Anduvo todo bien y en el 2000 se pagó la diferencia y terminó el proceso", recuerda Sancho.
"En el '99 terminé la función pública y volví a la Cooperativa de nuevo y me pidieron que ayudara en Acovi. Entré ad honorem, estuve tres años. En una asamblea en Fecovita me proponen para entrar al consejo, gané y llegué a la presidencia. Para ser presidente de Fecovita hay que ganar cinco elecciones. La primera es la de tu cooperativa que te manda al Consejo Regional, ahí tenés que ganar para llegar al Consejo Provincial. En el Consejo te tienen que elegir para integrar la Asamblea de Fecovita, la Asamblea te tiene que votar para ser parte del Consejo de Fecovita, se eligen 12 consejeros y de esos 12 sale el presidente, es la quinta elección y la presidencia dura un año", explicó Sancho.
Hoy Fecovita tiene 40 marcas, unas sólo para el mercado externo y antes de unirse a Giol tenían 10. Cuando Giol pasó a Fecovita vendía 8 millones de litros mensuales, ahora vende 20 millones. Estancia Mendoza la creó Fecovita. De Giol venía fuerte Toro y Canciller que ahora se está recuperando. También tienen 5 mil productores en cooperativas.
“Lo más importante fue tenernos confianza entre nosotros, entre los que estábamos en las cooperativas, así se construyó lo que hoy es Fecovita”, dice Sancho convencido, quien hoy sigue en Fecovita y disfruta de sus 6 hijos que le han dado 14 nietos.
En Irrigación con Gabrielli y en Obras Públicas con Lafalla
Cuando Rodolfo Gabrielli asumió la gobernación en 1991, nombró a Eduardo Sancho al frente del Departamento General de Irrigación. Terminó su período y en marzo del '97 el entonces gobernador Arturo Lafalla lo nombró al frente del ministerio de Ambiente y Obras Públicas. "Tuve una pelea familiar grande porque no querían que volviera a la actividad pública. Acepté y pudimos cumplir con el gran objetivo que era la construcción del dique Potrerrillos, dejamos los recursos de la privatización de Emse y Obras Sanitarias para terminar la obra".
La peor crisis vitivinícola
"Una crisis fuerte fue la que vino después de la caída de Greco, el consumo venía en baja y se pagaba un dólar el litro de vino; después se desplomó todo. Otra importante es la de ahora, hace tres años, desde el 2017, que no se mueve el precio. Se cayó la cantidad de hectáreas en los '80 y ahora no sé cuántas van a quedar".