Forma parte de uno de los apellidos más tradicionales de la industria del vino en Mendoza, la familia Pulenta. Eduardo (h) asegura que para que la industria siga se necesita erradicar la inflación.
-¿Como ves los vinos argentinos en el exterior?
-Veo muy bien a los vinos argentinos, los cuales se han posicionado en mercados como Reino Unido, Estados Unidos y Brasil. Ahora, el desafío nuestro es mostrar que Argentina puede producir grandes varietales, como por ejemplo cabernet franc. En la bodega podemos decir que somos líderes con ese varietal ya que hace 10 años que lo venimos produciendo.
Y también pasa lo mismo con el cabernet sauvignon, que particularmente me encanta. Creo que el desafío es mostrar la diversidad de Argentina, en donde no solamente podemos hacer malbec, sino que también podemos hacer otras variedades como cabernet.
-¿Cómo enfrentan los problemas de competitividad por el tipo de cambio?
-La verdad es que estamos sufriendo. Nosotros tenemos un precio promedio por encima de 50 dólares la caja, estamos por arriba del promedio del país. Pero no somos una excepción en la industria, ya que estamos sufriendo igual.
En estos últimos diez años que nos fue bien decidimos invertir y tomar deuda en pesos, con las líneas de tasas subsidiadas que ofrecía el gobierno, el tema es que nos fuimos metiendo, ampliamos la capacidad de producción y ahora se nos está haciendo muy pesado pagar las inversiones. Entonces, con este tipo de cambio que nos ha comido los márgenes, cuesta mover la pelota.
-¿Cuántos puntos han perdido por la inflación?
-No podría precisarlo, pero ya vamos por el cuarto año con un aumento de costos del orden de entre el 20 y el 30%. Eso ha generado que el margen se haya achicado y sea cada vez menor.
Lo que hemos hecho para llevar adelante esta crisis es que hemos achicado la producción de la bodega en volumen. Nosotros teníamos como objetivo llegar a las 100 mil cajas y el año pasado vendimos 64 mil y hemos achicado el objetivo para este año a 70 mil cajas.
-¿Redujeron puestos de trabajo?
-No, nos hemos achicado en volumen pero sin perder ningún puesto de trabajo. Es más, tenemos tres enólogos, algo que para una bodega chica como la nuestra, es mucho, pero apostamos a la calidad.
-¿Por qué crees que no lograron el objetivo de colocar 100 mil cajas?
-Porque se necesita inversión, y a estas tasas de interés no la podemos pagar. Entonces estamos consolidando la producción, conociendo mejor nuestras uvas y eficientizando nuestros costos.
-Estados Unidos sigue modas en vinos y eso podría afectar al malbec...
-Nuestra estrategia es diversificar, no le acepto a nuestro distribuidor que me compre sólo La Flor malbec y Pulenta malbec, me tiene que comprar toda la línea. Porque el malbec es fácil de vender y eso se puede caer.
-¿Se le pueden establecer condiciones a los distribuidores?
-Sí, es posible; se acuerdan las condiciones. En Estados Unidos la variedad más demandada es el cabernet sauvignon. Nosotros ahí podemos competir con esos cabernet de Napa Valley. Hay gente que no conoce el malbec y solo toma cabernet.
Uno de los pedidos que me hizo recientemente el distribuidor fue lograr un gran cabernet, por que esa variedad con alto precio se vende bien. Los single vineyards, en los que estamos trabajando, también son una opción para darle otra cosa al consumidor.
-¿Cómo analiza el mercado de Asia?
-Ya hemos ido tres veces a Asia. Hoy Argentina en China casi que no existe, es muy difícil hacer marca y lo que estamos haciendo es tratar de hacer marca por ciudad. Vendemos un poco a Hong Kong y Shangai. Pero definitivamente no podemos vivir de China.
Lo que nos pasa a nosotros, como empresa, es que cuando van a comprar vino argentino prefieren quizás los vinos baratos y cuando van a comprar vino caro prefieren los vinos franceses, por lo que nosotros estamos en una franja donde es muy difícil entrar. Pero de cualquier manera estoy tratando de buscar los nichos en donde se pueda colocar el vino.
-¿Por qué crees que se llega a esta crisis vitivinícola?
-Realmente lo que más ha afectado a la industria vitivinícola es la inflación. Por ejemplo, nosotros, con la devaluación de enero de 2014, por el aumento post devaluación de los insumos secos, cuando todos aumentaron los precios, el beneficio se terminó licuando en tres meses.
La inflación nos afecta así: con la línea La Flor en Estados Unidos comenzamos vendiendo en el 2002 a 36 dólares la caja, y hoy ya estamos entre 48 y 50 dólares y reajustando. Aumentamos los precios para mantener la calidad y tratamos de mejorarla; pero para mantener la calidad hoy tenemos que aumentar los precios y cambiarnos de segmento.
-¿Cuánto afecta a las ventas en volumen cambiarse de segmento?
-En Estados Unidos te afecta un montón. Es piramidal, mientras más alto el precio menos vendés. Ahí ese mercado es perfecto. A medida que aumentás es menor la venta. El volumen grande está en la franja de los 9,99 dólares, que es el segmento donde todas las bodegas grandes quieren estar, pero realmente hoy están peleando para no salirse de ahí.
Cuarta generación de viticultores
-¿Cómo vivís ser la cuarta generación en el negocio del vino?
-En mi caso, me lo he tomado bien. Tuve la suerte de poder trabajar junto con mi abuelo siete años y con mi papá llevo más de 10 años. No siento ese peso o responsabilidad por todo lo que han hecho ellos, sino que por mi formación, siempre trato de hacer las cosas bien, siguiendo una línea, y no es tan difícil. Al principio empecé con la logística de la bodega y ahora estoy en Comex.
Perfil
Tiene 36 años y se recibió de ingeniero industrial en la Universidad Nacional de Cuyo. Además de pertenecer a una de las familias del vino más reconocidas de Mendoza, se declara un fanático de los deportes extremos. Participó de varios Dakar y del Mundial de enduro.