"De repente -escribió Sarmiento- cunde la noticia de que el cura Gutiérrez, Camila O'Gorman y el niño de ocho meses que llevaba esta en sus entrañas, habían sido fusilados juntos por orden del gobernador Rosas, y sepultados juntos en un cajón. Buenos Aires tiene encallecido el corazón de experimentar horror, y no es fácil cosa conmoverlo con muertes, degüellos, desapariciones de individuos". Sin embargo aquellos fusilamientos lograron estremecer a la ciudad.
La historia tuvo por escenario los últimos años del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Dado que se trataba de una relación prohibida, los tórtolos decidieron escapar. El padre de Camila, Adolfo O'Gorman, denunció a su propia hija ante el Restaurador. Se enviaron copias de aquel oficio a todos los rincones del país. El Archivo Provincial de Mendoza conserva una de ellas. En la misma leemos:
“(...) para elevar a su superior conocimiento el acto más atroz y nunca oído en el país, y convencido de la rectitud de V. E. hallo un consuelo en participarle la desolación en que está sumida toda la familia. (...) pues la herida que este acto ha hecho es mortal para mi desgraciada familia. El clero en general, por consiguiente, no se creerá seguro en la República Argentina. Así, señor, suplico a V. E. dé orden para que se libren requisitorias a todos los rumbos para precaver que esta infeliz se vea reducida a la desesperación y conociéndose perdida, se precipite en la infamia (...). El individuo es de regular estatura, delgado de cuerpo, color moreno, ojos grandes pardos y medios saltados, pelo negro y crespo, barba entera pero corta, de doce a quince días; lleva dos ponchos tejidos (...). La niña es muy alta, ojos negros y blanca, pelo castaño, delgada de cuerpo, tiene un diente de adelante empezado a picar. Buenos Aires a 21 de diciembre de 1847”.
Mientras todo esto sucedía, Eduardo, hermano menor de Camila estaba atento y preocupado. El muchacho era un joven sacerdote que, según algunos testimonios, presentó a la desdichada pareja. Luego de los fusilamientos, algo que no esperó la familia al solicitar ayuda a Rosas, los O'Gorman abandonaron el país para refugiarse en Montevideo. El joven cura los acompañó y regresó a Buenos Aires en 1853, tras la caída del Restaurador.
Desde entonces Eduardo destacó y terminó convirtiéndose en párroco de la Iglesia de San Nicolás, ubicada donde actualmente se emplaza el Obelisco porteño. Todos veían en él algo de su desdichada hermana, lo que generaba mucha empatía entre los más humildes. Sin embargo su consagración social se produjo en 1871, cuando una epidemia de fiebre amarilla azotó la ciudad y él colaboró en gran medida para salvar vidas. Desde su púlpito no dejó de relacionarse con los poderosos y con la clase alta a la que perteneció. Por ejemplo fue gran amigo de Adolfo Alsina, lo acompañó en sus últimos momentos y le dio la extremaunción.
En 1899 sus Bodas de Oro como sacerdote fueron celebradas a lo grande. La Revista Caras y Caretas señaló: "Después de la ceremonia religiosa, el canónigo O'Gorman fue cariñosamente saludado por los caballeros y damas que llenaban el recinto sagrado, agradeciendo el venerable obsequiado aquellas tocantes pruebas de adhesivo afecto, con palabras de sencillo y efusivo agradecimiento. Durante toda la tarde continuó recibiendo el doctor O'Gorman demostraciones personales de simpatía y cartas y telegramas de toda la república".
Dos años más tarde el sacerdote falleció. A pesar de llevar una vida ejemplar y de enorme utilidad para sus prójimos, aquél día para muchos murió el hermano menor de Camila y el nieto de la Perichona, famosa amante del Virrey Liniers.