Debe destacarse que son las de hoy elecciones a las que el país llega con una economía con mayor fragilidad que cuando, hace dos meses, se realizaron las PASO.
Esto queda reflejado en el aumento inflacionario desbordante y el deterioro salarial consecuente, en especial tras la devaluación dispuesta horas después de aquellas elecciones primarias.
Por otro lado, las restricciones cambiarias, a la par de la suba desmedida de precios, condujo a un escenario de limitaciones para las importaciones con fuerte repercusión en varios sectores de la producción en general y en el sistema de salud.
La sensación de una cercana hiperinflación y de desabastecimiento, perjuicios varias veces padecidos por los argentinos en la historia reciente, comenzó a percibirse día a día y a preocupar a la mayor parte de la sociedad.
Como se ve, se llega a la convocatoria de hoy en medio de una crisis económica y social con pocos antecedentes y con un camino de salida que puede resultar largo y dificultoso, según la opinión de calificados especialistas.
Las consecuencias palpables tienen como signo visible más dramático el también creciente índice de pobreza e indigencia que invade a amplios sectores de la sociedad.
La pobreza es, sin ninguna duda, la mayor deuda que tiene la dirigencia política con los argentinos en estos 40 años de vida democrática. Nunca está de más repetirlo.
Estos componentes explican, sin dudas, el alarmante nivel de descontento social que se observa en nuestro país, demostrativo de que la expectativa ciudadana en sus representantes no fue debidamente correspondida.
Invade a la sociedad, en general, una suerte de cansancio que viene quedando demostrado en el bajo nivel de participación en este largo año electoral, con comicios desdoblados en muchas provincias que decidieron elegir a sus gobernantes y legisladores al margen del calendario nacional.
Por todo ello, más allá del descontento social con sus dirigentes, que se refleja en gran medida con la apatía electoral en ascenso, es importante que la gente busque sobreponerse a ese estado de ánimo lógico y concurra a votar, para seguir exigiendo responsabilidad y compromiso a quienes son sus representantes, como bien establece la norma constitucional que nos rige.
Es la gente, es la ciudadanía, es el pueblo, o sea el soberano, quien, haciendo uso del derecho a votar, determinará qué propuesta es la que induce a una porción mayoritaria del electorado a pensar en la existencia de políticas que pongan un freno a la actual crisis.
Un mucho más elevado porcentaje de votantes que la media registrada hasta el momento permitirá que la sociedad tenga las herramientas válidas para exigir de la clase dirigente responsabilidad y compromiso con sus actos.
Sólo de esa forma se podrá aspirar al logro de un cambio de rumbo en la Argentina que haga ilusionar con una salida a la crisis endémica que cada vez más nos afecta. Por eso es tan importante concurrir a votar .