Viviendas colaborativas, otra forma de vivir

Está naciendo en el país, un sistema de covivienda que fomenta vivir en comunidad y bajo normas sustentables. Propicia la vida en lugares rurales, lejos de las ciudades y sin la presión de los grandes complejos de viviendas.

Viviendas colaborativas, otra forma de vivir
El cohousing es la denominación de un tipo de vivienda colaborativa que intenta superar la alienación producida por la compartimentación de los grandes complejos en los que residen personas, en los cuales nadie, o pocos, conocen a sus vecinos / Gentileza

No va a solucionar el acuciante problema del déficit habitacional que padecemos ni la degradación a la que nos expone la creciente contaminación de aire, agua y tierra, pero el Movimiento Nacional de Viviendas Colaborativas (MNVC) es una buena opción los que quieran vivir bajo normas de sustentabilidad y el respeto hacia los demás como a ellos mismos.

El sistema, que se llama conviviendo o cohousing y se ha impuesto en algunas naciones de Europa, Estados Unidos y Canadá, ha ingresado en nuestro país, donde hay ya muchas cultoras porque preferentemente es un movimiento para mujeres, de mediana edad hacia arriba, pero que no excluye a varones.

El cohousing o covivienda –explica José Luis Escorihuela, en EcoHabitar- es la denominación de un tipo de vivienda colaborativa que intenta superar la alienación producida por la compartimentación de los grandes complejos en los que residen personas, en los cuales nadie, o pocos, conocen a sus vecinos.

Se caracteriza por la existencia de casas privadas con su cocina propia, salón comedor, etc., junto con amplios espacios y facilidades comunes.

Normalmente, las comunidades de covivienda están diseñadas y administradas por los propios residentes y funcionan como un “vecindario intencional”, es decir las personas son conscientes y se comprometen a vivir en una comunidad.

El propio diseño físico, en el que todos participan, predispone al contacto social. La típica comunidad está compuesta por unos veinte o treinta hogares familiares, distribuidas a lo largo de una calle peatonal o en torno a un patio abierto.

En Argentina, se fundó hace un tiempo el Movimiento Nacional de Viviendas Colaborativas. En este tiempo de pandemia, la vinculación fue a través de reuniones por Zoom, que pasarán a la acción directa cuando la crisis sanitaria se atempere.

Para la experiencia nacional un tema específico que aceleró el proceso es el de la vivienda, dando origen a grupos, mayoritariamente de mujeres. Se bautizaron con la denominación de “Libres y juntas. Viviendas cooperativas”, en el que participan casi mil personas de todo el país.

Sobre el grupo se puede señalar que, en general, todas pertenecen a una misma generación: mujeres que han trabajado en profesiones y oficios y que, en general, han militado diversas reivindicaciones.

Para materializar sus ideas y objetivos, eligieron el ya nombrado sistema del cohousing y, a través de él, se dio origen al movimiento federal de viviendas colaborativas.

Es importante destacar que estos grupos no plantean un plan de viviendas sino integrar comunidades de manera participativa, democrática, basadas en cooperativas u otras formas de asociación.

Se trabaja en esa orientación y en el camino a aprender a convivir, a relacionarse y respetarse.

Los pasos siguientes son encontrar los terrenos para asentarse y, posteriormente, diseñar el conjunto o formas de hacer las casas o ambientes para establecerse y comenzar a construir.

El movimiento es incipiente. Habrá que ver cómo prospera en la post pandemia, pero es una forma de alejarse de las grandes ciudades y sus hostilidades y, en cambio, buscar la radicación en la proximidad de pueblos y ciudades más pequeñas.

El proyecto tiene también una veta sustentable. Uno de los puntos del acta de creación del MNVC busca promover el uso racional de los recursos naturales, garantizando el equilibrio de los sistemas ecológicos, priorizando el uso de energías renovables y minimizando el impacto ambiental.

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