Vandalismo al memorial de víctimas del Covid

Politizar el sentido de un memorial, surgido de la necesidad de la población de expresar su impotencia por el drama vivido en pandemia, es otra muestra clara de fanatismo y atropello.

El lugar elegido para el memorial fue el que rodea la base del monumento a Manuel Belgrano.
El lugar elegido para el memorial fue el que rodea la base del monumento a Manuel Belgrano.

Miles de personas conmovieron a los argentinos hace varias semanas al recordar a las víctimas fatales del Covid-19 depositando cada uno una piedra en su honor. El lugar elegido fue el que rodea la base del monumento a Manuel Belgrano, en Plaza de Mayo. Allí fueron colocadas por la gente que concurrió a la denominada segunda marcha de las piedras. Y allí quedaron, conformando un memorial. Previamente, en agosto, hubo una primera colocación masiva de piedras, en otro lugar cercano a la sede gubernamental, pero fueron retiradas por las autoridades nacionales y depositadas en un patio interno de la Casa Rosada.

Lamentablemente, un mes después un puñado de militantes del oficialismo que se había reunido en el histórico paseo porteño para recordar la emblemática fecha del peronismo, el 17 de octubre, también conmovió a los argentinos, pero, a diferencia de aquellos silenciosos y respetuosos miles, los indignó al invadir el espacio de las piedras, pisotearlas y retirar fotos y carteles que en su momento dejaron quienes allí despidieron a sus seres queridos.

Fue claramente un hecho vandálico por el significado de ese gran número de piedras allí dejadas por argentinos que no pudieron despedir a sus familiares y amigos porque el flagelo de la pandemia y el rigor de la cuarentena ordenada por el Gobierno no lo permitieron.

Ese memorial surgido, en cuestión de horas, del dolor, el fastidio y la resignación de miles de ciudadanos fue groseramente atacado por un grupo de inadaptados, que se valió de su maldad y de la ausencia absoluta de personal de seguridad para poner en marcha sus bajísimos instintos.

Fue una actitud más que evidente de que los irrespetuosos que actuaron a plena luz del día y ante la mirada de cientos de personas, y sometiéndose a múltiples tomas de foto y video que hoy se registran a través de los dispositivos móviles, pertenecieron a la intolerante secta del oficialismo que no soporta críticas y que, por otra parte, ve en éstas acciones conspirativas una forma de militancia.

Es verdad que mediante lo escrito en algunos carteles allí colocados se cuestionaba la gestión de la pandemia por parte del Gobierno y las demoras en la implementación del plan de vacunación. Pero, ¿acaso no se produjeron esas graves falencias en materia sanitaria y logística que la gente cuestiona?

Probablemente el ejemplo más demostrativo de los excesos injustificados en cuanto a restricciones fue el de la niña Solange Musse, cuya foto fue una de las tantas retiradas insolentemente el pasado domingo. La jovencita, radicada en Córdoba, no pudo despedirse de su papá, como había pedido ante el avance de su cáncer. Su padre, proveniente de Neuquén, no pudo ingresar a Córdoba por las restricciones de circulación que regían en ese momento, agosto de 2020. Cercana fecha a la de la clandestina celebración de la pareja presidencial que tanta indignación generó al salir a la luz mediante una divulgación periodística.

Politizar el sentido de un memorial, surgido de la necesidad de la población de expresar su impotencia por el drama vivido en pandemia, es otra muestra clara de fanatismo y atropello por parte de quienes sólo admiten un único pensamiento ideológico, con mecanismos autoritarios para consolidarlo.

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