En medio de tantas noticias desalentadoras por la crisis sanitaria que venimos transitando los argentinos, a mitad de la semana pasada se conoció el anuncio de que Argentina, junto con México, participará de la elaboración de una vacuna contra el coronavirus SARS-CoV2.
El trascendente hecho se materializará por transferencia de tecnología del material central del antídoto que vienen desarrollando la Universidad británica de Oxford y el laboratorio anglo sueco, AstraZeneca (AZ), con sede en Londres.
Una empresa privada local, mAbxience, tomará el desafío y producirá el antígeno de la vacuna.
Ese inmunógeno luego irá a México y será puesto en las jeringas o en los viales multidosis, paso previo a que el principio activo se inocule en los ciudadanos argentinos más vulnerables (personal médico y de servicio esencial, personas de cierta edad y con enfermedades prevalantes) y a millones de seres de América Latina.
Un hecho de fuerte impacto científico tecnológico y de enorme trascendencia al materializar la posibilidad de que una gran mayoría de los habitantes de este país pueda sortear, por fin, el contagio de este peligroso patógeno, que tantas vidas ha segado en el país y en nuestra provincia.
La Argentina atravesó en el pasado (décadas del ’50 y ’60), claro sin marco posible de comparación con el actual virus, el drama de la poliomielitis o parálisis infantil, que fue prácticamente erradicada por aplicación de las vacunas descubiertas por los estadounidenses Jonas Salk y Albert Sabin.
Los pasos dados en ese entonces con los descubrimientos mencionados fueron decisivos para la humanidad y se salvaron infinidad de vidas.
Un proceso semejante ocurrirá pronto con la actual pandemia que sufrimos, al poder disponerse en el primer semestre del año que viene la posibilidad de alcanzar la inmunidad frente a la enfermedad que ha paralizado la nación.
El nivel de protección, según explicaron las autoridades sanitarias, será determinado por la evolución de la propia pandemia, que no será eliminada en forma total, pero que es muy probable que reciba un golpe muy fuerte.
Esta posibilidad sanitaria beneficiará a la población y como resultado, todos esperamos, se convierta en la llave para empezar a recuperar las actividades productivas y muchas acciones ahora vedadas se encaucen nuevamente (la educación pública, entre otras), y como siempre se ha expresado, recuperar la nueva normalidad que deberemos transitar.
El ciudadano aguarda asimismo una previsora programación de la aplicación de la sustancia orgánica que, aplicada al organismo, hará que éste reaccione preservándolo de sucesivos contagios.
Por eso, la administración federal, al igual que los gobiernos provinciales, deberán tener encaminados los procesos para alcanzar un suministro general equitativo, razonable y abarcador.
Y con el agregado de que los beneficiados recibirán la vacuna en valores casi al costo.
Lo importante es que ahora los argentinos dispondremos localmente el vital fármaco, y sin tener que depender de terceros países