Una política económica que lleva a la falta de dólares

La pérdida de reservas revela los fracasos de la política económica, en cuanto al control de la inflación y a la depreciación del peso, así como la estrategia energética.

Una política económica que lleva a la falta de dólares
Escasez de dólares en la Argentina

La pérdida cotidiana de reservas por parte del Banco Central de la República Argentina (BCRA) causa alarma entre los agentes económicos. De prolongarse en el tiempo, la situación podría llevar a las autoridades a adoptar medidas drásticas que afectarán la importación de insumos básicos, con impacto en la industria, o bien a que se generen las condiciones para una brusca devaluación.

Una apreciación brusca del dólar frente al peso supondría una fuerte pérdida para los sectores de ingresos fijos, en especial asalariados y jubilados, con una pauperización social.

La sangría de divisas del BCRA durante agosto supera los 840 millones. Si se consideran los saldos negativos de la entidad, cuando se desató la crisis por la renuncia de Martín Guzmán, la caída de reservas supera los 2.120 millones de dólares.

Analistas financieros sostienen que el balance de divisas del BCRA es negativo, por lo que se estarían usando dólares del público que los bancos mantienen como encajes; es decir, dinero inmovilizado que deben preservar ante los picos de demanda.

Pesce afirma que la situación está bajo control y que el Central enfrentó situaciones semejantes en el pasado, de las cuales salió airoso.

La pérdida de reservas revela la desconfianza de la sociedad para mantener los pesos como reserva de valor ante la alta inflación. La creación de múltiples cepos para evitar el drenaje de dólares muestra magros resultados. Las distintas encerronas no desalentaron al público a demandar dólares para preservar sus ahorros.

La otra ineficiencia que muestra esta situación es el fracaso de la política energética del Gobierno, que -a través de precios artificiales- desalentó la exploración y explotación de gas y petróleo no convencionales, pese a la existencia de enormes reservas en el yacimiento Vaca Muerta.

Los grandes volúmenes importados, que fueron necesarios para calefaccionar los hogares y evitar un parate en la producción de las empresas, generaron un drenaje de divisas que el Gobierno hoy lamenta.

Luego de más de 32 meses de gestión de Alberto Fernández, la construcción del gasoducto que debería llevar el fluido a los grandes centros de consumo sigue siendo una asignatura pendiente.

La decisión del gobierno de Neuquén de consultar a las comunidades mapuches sobre el trazado del gasoducto puede complicar aún más la realización del proyecto que debe autoabastecer el consumo interno y acercaría el hidrocarburo a los puertos de exportación.

Esa iniciativa generaría divisas por las ventas al exterior de gas natural licuado (GNL), que hoy la Argentina importa en enormes cantidades, con los consiguientes pagos en dólares.

La pérdida de reservas revela los fracasos de la política económica, en cuanto al control de la inflación y a la depreciación del peso, así como la estrategia energética. Ambas cuestiones están ligadas y requieren de medidas audaces por parte de la actual administración, sólo interesada en preservar su futuro caudal electoral. Pero la falta de soluciones sustentables le generará un costo social y económico aún más elevado.

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