Un estudio privado, realizado por la consultora de alcance nacional Preply, identificó las ciudades más “maleducadas” de la Argentina y colocó al departamento de Guaymallén como uno de los diez hábitats con más desapego a las normas de urbanismo y convivencia.
La entidad que hizo este sondeo se dedica a la enseñanza del idioma inglés y el intercambio cultural entre países.
El informe dado a conocer a propósito de la medición, evaluó diez parámetros generales de conducta social, entre los que se destacaron: no recoger las heces de perro, arrojar papeles, estacionar mal o conducir con poca o escasa adhesión a las normas del tránsito o escuchar música sin auriculares en áreas públicas
Los términos que utilizó la consultora al hacer su muestreo fueron los de “ciudades maleducadas” y colocaron en los primeros lugares de ese listado de la antiurbanidad a las ciudades de San Miguel de Tucumán, con una puntuación media de 7.20; Resistencia (Chaco), con 6.93, y La Plata (Buenos Aires), con 6.89.
El departamento más populoso de Mendoza quedó identificado como uno de los menos amables a la hora de respetar normas básicas de convivencia, especialmente, aquellas vinculadas al respeto por el prójimo y la higiene urbana.
De hecho, los primeros dos comportamientos que están en la lista de “inadmisibles” en el sondeo nacional son no limpiar las heces de los animales domésticos y tirar basura a la calle logrando ensuciar la vía pública.
Claro, no todos los habitantes del progresista departamento tienen esa conducta, pero el promedio derivó en la calificación negativa.
El término “maleducado” hace referencia a comportamientos o actitudes que se consideran groseros, irrespetuosos o inapropiados.
“Pedimos la opinión de residentes argentinos sobre el nivel de cortesía de sus compatriotas en las doce situaciones donde más habitualmente se observa una falta de respeto”, explicó la plataforma Preply en su página web.
El tema de los comportamientos en el espacio público compete, entre otras reparticiones, a la Dirección de Ambiente de Guaymallén. Los funcionarios explican que hay una serie de ordenanzas municipales que regulan el cuidado en el espacio público (residuos sólidos urbanos, escombros, quema de hojas, ruidos molestos, desarrollo sustentable, etcétera), pero no se cuenta con un Código de Convivencia.
La escuela, especialmente la primaria, tiene que ver mucho en este asunto: en las aulas es donde los niños y adolescentes adquieren el conocimiento de la relación armónica con los demás.
No será difícil para una comunidad abandonar la condición negativa de no convivir dentro de normas de urbanismo y convivencia. Hay acciones sencillas que son fáciles de aplicar porque son las que muchas familias emplean en sus hogares.
No tendría que costar mucho utilizar los recipientes de basura para desprenderse de desperdicios y si éstos estás llenos, guardar la basura para descartarla en el domicilio por medio del servicio municipal de recolección de residuos.
Tampoco requiere esfuerzo respetar y cuidar las instalaciones urbanas, como juegos infantiles, mesas de pícnic, churrasqueras, bancos y mesas, fuentes y otros elementos del mobiliario que hay en plazas y parques.
Lo mismo debería suceder con reglas de tránsito básicas, tal el caso de ocupar puentes o veredas, o desplazarse por los carriles correspondientes al desplazamiento de nuestro vehículo, y por supuesto, respetar semáforos y otras señales.
No obstante las dificultades sociales y económicas por las que atraviesa un amplio espectro de la población y porque creemos que la calidad de vida debe imponerse sobre el desasosiego y la frustración, hay que retornar a las normas de educación y adaptación al cuidado del ambiente, el espacio público y la relación armónica de quienes viven en el mismo territorio.