Un ministro nacional contra la identidad de género

Si de verdad el Gobierno quiere promover, como dijo el ministro Cúneo Libarona, el amor, la unión, la igualdad ante la ley y la igualdad de trato, entre otros valores, lo mejor que puede hacer es retractarse de estas afirmaciones pronunciadas en la Cámara de Diputados y promover el respeto de la identidad de género.

Un ministro nacional contra la identidad de género
El ministro Mariano Cúneo Libarona.

El ministro de Justicia de la Nación, Mariano Cúneo Libarona, realizó polémicas afirmaciones en la Comisión de Mujeres y Diversidad de la Cámara de Diputados, al sostener que la posición del Gobierno argentino es contraria a una identidad de género no biológica.

Vale citar el párrafo central de sus apreciaciones: “Esto es muy importante que lo entiendan: se acabó sólo el género. Nosotros vamos por otros valores. Nuestro valor es la familia. La familia es el centro de la sociedad y de la educación. ¿Cuáles son los valores familiares tradicionales? El amor, la unión, el trabajo, el estudio, la solidaridad, la igualdad ante la ley, la igualdad de trato, promover los símbolos patrióticos, los valores patrióticos, respetar y honrar a nuestros próceres. Esto resulta esencial para el bienestar de los individuos y la armonía y la cohesión social. Nosotros rechazamos la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología”.

Otros de sus juicios fueron: “la diversidad de identidades sexuales son inventos subjetivos”; “no toleramos un Estado opresor y dirigista”; “estamos contra el estatismo, el colectivismo ideológico”.

Cuando uno de sus asesores se acercó al ministro, como el micrófono permanecía encendido, se pudo escuchar que Cúneo Libarona le manifestó que estaba citando un discurso presidencial. De este modo, no eran meras opiniones personales, sino la posición gubernamental en la materia.

Hay aquí, en principio, por lo menos tres cuestiones que merecen una reflexión profunda. En primer lugar, el ministro planteó una inexistente antinomia entre el valor “familia” y el antivalor “género”, como bien lo interpretó de inmediato el diputado socialista Esteban Paulón: “Soy activista gay, estoy casado hace 14 años. Mi familia también tiene valores, amor, cuidado mutuo, respeto, como cualquier otra familia”. Tener una identidad sexual o de género distinta a la biológica no coloca a la persona por fuera o en contra de los valores culturales tradicionales, a los que, por cierto, cualquiera podría oponerse por cuestiones ideológicas.

En segundo lugar, por sobre la ideología de un gobierno determinado, está la perspectiva adoptada por el Estado. Un gobierno es circunstancial; el Estado no lo es. Y el Estado argentino ha dictado una serie de leyes que reconocen la identidad de género y la identidad sexual. Por ello, como bien advirtió la diputada radical Carla Carrizo, el ministro de Justicia “está obligado a respetar las leyes del Estado argentino”. Otra cuestión, en todo caso, es corregir eventuales desmanejos en nombre de la política de género, como ha denunciado el actual Gobierno.

En tercer lugar, el Estado, cuando dicta leyes, marca las directrices en que se desenvolverá la sociedad: lo que está bien y lo que está mal, lo que está permitido y lo que está prohibido. Leyes que debemos respetar todos, sin importar si estamos de acuerdo con su contenido. No por ello el Estado en cuestión se vuelve dirigista o cae en el colectivismo ideológico.

Si de verdad el Gobierno quiere promover, como dijo el ministro, el amor, la unión, la igualdad ante la ley y la igualdad de trato, entre otros valores, lo mejor que puede hacer es retractarse de estas afirmaciones y promover el respeto de la identidad de género.

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